Por AFP
Barry Bennell, antiguo entrenador de fútbol, fue condenado este lunes por la justicia británica a 30 años de prisión por abusos sexuales cometidos sobre menores.
Quien también fuera veedor del Manchester City se había declarado culpable de 50 infracciones (43 durante el juicio, además de las ya admitidas antes del proceso): agresiones sexuales que incluían violaciones, intentos de violación y otras agresiones sexuales contra 12 niños a los que entrenó entre 1979 y 1991.
"Usted era la reencarnación del diablo", lanzó el juez Clement Goldstone durante la lectura de la sentencia.
"Usted ha robado la infancia y la inocencia a las víctimas para satisfacer su propia perversión. Usted ha arruinado la vida de estos chicos y más de 30 años después, continúan sufriendo", añadió.
Una de las víctimas explicó al tribunal. "No pasa un día sin que piense en los abusos. Yo no era más que un niño".
El tribunal precisó que Bennell, de 64 años, purgará la mitad de la pena en prisión y el resto en prisión condicional.
Durante el proceso, algunas víctimas dijeron que el entrenador abusó de ellas más de un centenar de veces, en el domicilio de Bennell, su vehículo o en desplazamientos por acontecimientos deportivos.
El ex jugador Chris Unsworth, de 45 años, contó el 11 de enero ante el tribunal que conoció a Barry Bennell cuando iba a entrenar con el equipo de inferiores del Manchester City y que comenzó a ser víctima de los abusos "inmediatamente", cuando el entrenador empezó a llevarlo en su automóvil al estadio.
Bennell fue entrenador del equipo de cuarta división Crewe Alexandra, y que tuvo relación profesional con el City y el Stoke City, ambos de la Primera División inglesa.
Ya había sido condenado por delitos sexuales y purgado penas de 15 años prisión por delitos similares contra otras 16 víctimas.
Un antiguo profesional llamado Andy Woodward, hoy de 43 años, que jugó en el Sheffield United, abrió el camino a muchas otras víctimas al revelar en noviembre de 2016 los abusos que sufrió de Barry Bennell.
Este caso sacudió los cimientos del fútbol inglés y una cascada de denuncias de exjugadores que habrían sufrido abusos por parte de entrenadores u ojeadores cuando eran niños.