La historia del chileno que será protagonista en la final de la Copa Libertadores 2015
Por Alonso Sánchez Moncloa
Diego Urzúa tiene un don: puede convertir lo imposible en realidad. Su desbordante destreza dominando una pelota de fútbol no tiene límites. Cuando parece que el balón finalmente se le caerá, un simple y repentino movimiento de su pie se encarga de hacer toda la magia.
Es que su perseverancia, sacrificio y dedicación, lo tienen como el mejor exponente del freestyle a nivel nacional. Tras obtener dos títulos domésticos en años consecutivos, el apetito de Urzúa se abrió y ahora el objetivo es internacional: este miércoles podría convertirse en el representante del género a nivel sudamericano.
Y es que este joven de Renca de solo 21 años será uno de los protagonistas de la final de la Copa Libertadores que se dispute hoy miércoles en el estadio Monumental entre el local River Plate y Tigres de México. Diego Urzúa competirá contra un mexicano y un colombiano en el entretiempo del encuentro por ser el mejor freestyler de la región en el torneo que organiza Bridgestone.
En conversación con T13.cl, Diego Urzúa cuenta que estos 30 segundos que tendrá para mostrar sus mejores piruetas y acrobacias ante un estadio repleto, podrían significar un antes y un después en su vida.
“Son solo 15 segundos, ahí o lo haces bien o perdiste. Fue muy difícil la semifinal en México, pero no tenía nervios. Ahora voy solo a divertirme y se me hace más fácil. En el entretiempo de la final de ida de la Copa Libertadores fue difícil porque estábamos en la mitad de la cancha, era pasto, corría mucho viento, además de tener la presión de la gente. Me tocó la suerte que clasifiqué y me dieron el cupo para poder viajar a Argentina y ahora lo que se vienen son dos salidas de 15 segundos”, cuenta sobre esta experiencia.
La tarea no será fácil. Sabe que pese a ser uno de los mejores de Chile, sus contrincantes son figuras planetarias del género.
“El mexicano y el colombiano son leyenda del freestyle a nivel mundial. Será difícil. Lo que pasa es que la evaluación es muy complicada, ya que se basa en muchos criterios y factores, como cuánto arriesgas o cuán jugado eres. Si se te cae la pelota, chao. Eso es lo entretenido de esto: alguien que lleve cinco meses practicando freestyle le puede ganar a alguien que lleve 10 años”, confiesa esperanzado.
Para llegar a este momento en su carrera, Diego Urzúa tuvo que atravesar por momentos complicados a nivel económico, familiar y personal.
“Soy de población. Tuve muchos problemas en mi infancia en la familia. Además sufrí de bulling porque era muy gordo, también tuve problemas económicos e incluso depresión. Un día, como a los 13, conocí el fútbol y todo cambió. Comencé jugando al arco, después fui jugador y se transformó en un vicio. Jugaba todo el día y me llevaba muy bien con mis compañeros. Fue una forma de desahogarme y sacarme mis problemas”, reconoce.
Llegó al freestyle de casualidad, cuando un rival lo humilló en una cancha de fútbol. Ahí decidió que quizás en los malabares encontraría algo que en la cancha no se le daba. Comenzó a practicar y a realizar presentaciones en los semáforos. Fue avanzando de a poco para luego transformarse en un trabajo estable y bien remunerado. Ahí apareció “Movimiento Ataka”.
“En el grupo Ataka, un movimiento de freestyle, me invitaron a trabajar con ellos y tomar sus valores, que son la actitud y trabajo en equipo, por medio del deporte y la vida sana. Con ellos comencé a tener eventos, a tener patrocinio y a tomar esto como algo más profesional”, apunta. A poco andar, los éxitos llegaron solos.
“Hubo unos campeonatos que organiza RedBull y en el primero creo que salí último. Eso me hizo cambiar mucho mi mentalidad y me lo tomé en serio. En unos dos años fui al mundial de RedBull en Brasil y después me transformé en bicampeón nacional”, comenta con orgullo.
Pese a que tiene la oportunidad de transformarse en el mejor de Sudamérica, Diego Urzúa sabe que los 30 segundos que tendrá en el círculo central del estadio Monumental de River Plate podrían cambiar para siempre su vida. No solo por el premio de 10 mil dólares que recibiría, sino porque le daría la oportunidad de seguir practicando, ahora de manera más profesional, su pasión, la que podría ser truncada por falta de apoyo gubernamental.
“Falta mucho apoyo del Estado. Si no llevas una carrera tradicional todo se complica, aunque seas bueno en otras cosas, no sé, como el teatro por ejemplo. Falta más cultura y apoyo a la gente que se atreve a explorar otras vertientes”, critica.
“Creo que me daré el último año y tendré que retirarme, porque no tengo el apoyo que necesito. Si llegara a tener un sponsor que me ayudara, yo felizmente seguiría. Por el momento creo que tendría que dejarlo. He enseñado mucho a nuevas generaciones y sé que van a estar muy bien”, reconoce al cierre este estudiante de la carrera de Técnico Superior en Electrónica y Electricidad.
De momento, Diego Urzúa tendrá que dejar pasar el tiempo para decidir si optará por la estabilidad económica que le podría entregar una carrera “tradicional” o si podrá seguir disfrutando de la inmensa satisfacción que produce el simple hecho de realizar el trabajo soñado.