Carlos Tévez, el Apache, fue el gran animador de la campaña de Boca Juniors que acaba de culminar con el título de la Primera División argentina, el 31º de liga para el club y el 64º contando trofeos nacionales e internacionales.
En un lapso de pocos meses, Tévez galvanizó a un equipo que no había ganado el título de liga desde 2011, y que esta semana puede ganar otro trofeo más, la Copa Argentina.
La afinidad entre el club y su jugador es íntima por varias razones, entre ellas el orgullo por una identidad de barrio bravo y "laburante" (trabajador, en el lenguaje coloquial del Río de la Plata) y una ética de peleadores natos.
Si la lista de los títulos ganados por Boca en sus 110 años parece impresionante, también lo es la enumeración (ver aparte) de los 22 logros del Apache, 19 en clubes de cuatro países de gran tradición futbolera: Argentina, Brasil, Inglaterra e Italia, y otros tres en selecciones argentinas juveniles, entre ellos el oro olímpico en Pekín 2004.
(La lista de futbolistas argentinos con más títulos está encabezada por Lionel Messi y Alfredo Di Stefano, con 26 cada uno.)
Tévez tiene 31 años, una edad en la que muchos futbolistas consagrados retornan o están por regresar a sus respectivos países, pero su caso es especial porque fácilmente podría haber extendido su permanencia en Italia, donde su aporte era muy estimado en un club tan exigente y exitoso como Juventus.
Pero él siempre supo que Boca Juniors era "su" club, el lugar donde quería concluir su carrera.
Transgresor por naturaleza
La trayectoria de Carlos Tévez es una de las más extraordinarias del fútbol, marcada por los éxitos deportivos pero también por muchos casos de rebeldía que, de haberse tratado de otro jugador, podrían haberle costado la carrera.
Durante su paso por el Corinthians, por ejemplo, mantuvo peleas a puñetazos con varios compañeros celosos de su protagonismo; esto, en vez de malquistarlo con los aficionados, lo convirtió en su ídolo, porque apreciaron su carácter batallador, que complementaba su calidad como futbolista.
En Inglaterra jugó inicialmente en el West Ham (en el marco de una controvertida operación porque su ficha no era de propiedad del club vendedor, sino de terceros) y su aporte fue decisivo para salvar al equipo del descenso. La palabra "decisivo" es la única posible, porque hizo milagros.
El gol que certificó la salvación fue ante Manchester United en Old Trafford, lo que hizo que el venerado técnico escocés , Alex Ferguson, lo fichara para la siguiente temporada.
Su comienzo como "diablo rojo" fue muy promisorio (de 2007 a 2009 anotó 19 goles en 63 partidos), pero luego el club no convirtió en contrato el préstamo del West Ham y eso generó un malestar entre la afición y el propio Ferguson.
Tévez encontró una salida airosa, aunque polémica (mudándose al Manchester City, donde tuvo más éxito: 58 goles en 113 partidos), y contribuyó al cambio de color de la ciudad de rojo a celeste.
El Apache siempre ha sido más popular entre los hinchas que entre los técnicos y los dirigentes; en cualquier país el suyo es un perfil de "jugador del pueblo", como dicen de él en Argentina, donde enciende más corazones que Lionel Messi, un personaje más apático que emigró muy joven y no llegó a identificarse plenamente con un club de las dimensiones del Boca Juniors.
Lo mismo ocurre en otros países, donde se reconoce su despliegue en el campo de juego, incansable, generoso, siempre dispuesto a un esfuerzo más, corriendo cuando sus compañeros ya ruegan por la ducha.
Salvo, claro, cuando decide irse sin permiso a la Argentina por tres meses, tras una disputa con Roberto Mancini, el técnico del City, iniciada cuando Tévez, según la versión del club, se negó a ingresar al campo durante un partido de Champions League. (El jugador alega que ya había calentado para el ingreso.)
Esta combinación de profesionalismo ante el público en el campo de juego y de irresponsabilidad ocasional ante la institución que paga su salario ha marcado su carrera.
Deuda albiceleste
Llama la atención, en la trayectoria de Carlos Tévez, la ausencia de títulos significativos en la selección argentina, salvo el oro olímpico con el equipo sub23 reforzado, en 2004.
Alejandro Sabella, el seleccionador entre 2011 y 2014, no lo convocó en la campaña para el Mundial de Brasil. Se especuló en su momento que el técnico consideraba la personalidad del Apache como un elemento "perturbador" en el vestuario, que debía girar alrededor de Messi y su amigo Sergio Agüero.
Los admiradores de Tévez alegan que debido a eso el seleccionado argentino no ha ganado títulos últimamente. Y lo seguirán diciendo, a pesar de que Tévez estuvo en el equipo que el Tata Martino llevó a la Copa América de Chile.
Carlos Tévez tiene, para el público argentino (especialmente los hinchas de Boca, pero también muchos otros), el mismo tipo de ángel o magnetismo que caracteriza a Diego Maradona, salvando las distancias en calidad futbolística.
Casualmente, o no, ambos personajes son transgresores por naturaleza.
"Tiene carisma", se suele decir de las personas que, sin esforzarse, proyectan una autoridad especial, inexplicable, que es identificada de inmediato por el público.
En el ámbito del fútbol, que es tanto espectáculo como deporte, Carlos Tévez tiene carisma.