Si las barras. árbitros y las estrellas fueron grandes perdedores del torneo, los países del Caribe fueron los ganadores. De los cuatro caribeños que llegaron a la Copa Oro, todos pasaron a cuartos de final: Jamaica, Trinidad y Tobago, Haití y Cuba.
Con excepción de Cuba, que soportó dos goleadas macizas ante México y Estados Unidos, los otros combinados caribeños dieron muestras de fútbol moderno, bien organizado, que disiparon la imagen tradicional de una región de equipos correlones sin rigor táctico.
Jamaica fue el mejor ejemplo de ello. Dirigido por el alemán Winfried Schaefer, el subcampeón de la Copa fue un acertijo indescifrable para rivales que llegaron al torneo con ínfulas de grandeza, como Costa Rica (2-2) y Estados Unidos.
Su pase a la final fue inobjetable después de un sólido recorrido por la fase de grupos en la que venció a Canadá y El Salvador, y posteriormente se impuso a Haití (1-0) en cuartos de final.
Ahora bien, mientras el Caribe dio la grata sorpresa en la Copa, Centroamérica fue un punto bajo. Con cinco selecciones clasificadas, solo Costa Rica y Panamá avanzaron a la segunda ronda, mientras que El Salvador, Guatemala y Honduras volvieron temprano a casa.
Costa Rica llegó con grandes expectativas por su papel sobresaliente en el Mundial de Brasil-2014 y Honduras prometía mucho bajo el mando del estratega colombiano Jorge Luis Pinto, pero ambos decepcionaron en la Copa Oro.
El árbitraje tiene un análisis aparte. Sin duda que se vieron muchos errores de los jueces de los partidos y el principal beneficiado por aquello fue México. Mark Geiger, juez de la semifinales nte Panamá y México, tuvo que ser escoltado para poder salir de la cancha en el estadio Georgia Dom de Atlanta, la noche del pasado miércoles.
Es más, tras ese partido, los jugadores de Panamá se fotografiaron en el camarín y se dejaron ver con un cartel con la siguiente leyenda: "Concacaf ladrones".
