Conmebol y Concacaf: ¿Cómo curar las heridas del escándalo?
AFP
La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y la de América del Norte, Central y Caribe (Concacaf) cerraron una semana de pesadilla por el escándalo que estalló el miércoles e implicó a varios de sus directivos, y ahora tendrán que esforzarse por curar sus heridas.
El fútbol latinoamericano estuvo en el ojo del huracán que sacude los cimientos de la FIFA desde el miércoles, por la detención de siete dirigentes de países de ambas confederaciones en hoteles de lujo en Zúrich, donde se encontraban para participar en el 65º Congreso de la organización mundial, que el viernes reeligió hasta 2019 al presidente Joseph Blatter.
Tres sudamericanos -el uruguayo Eugenio Figueredo, el brasileño José María Marín y el venezolano Rafael Esquivel- y cuatro de la zona Concacaf -el entonces presidente Jeffrey Webb y Costas Takkas, ambos de Islas Caimán, el costarricense Eduardo Li y el nicaragüense Julio Rocha- fueron los detenidos el miércoles.
Quedaron además imputados el ex presidente paraguayo de la Conmebol Nicolás Leoz y el ex presidente trinitense de la Concacaf Jack Warner, así como cuatro empresarios sudamericanos, el brasileño José Margulies y los argentinos Alejandro Burzaco y Hugo y Mariano Jinkis, y uno estadounidense, Aaron Davidson.
Un balance devastador para la imagen de las dos confederaciones de las Américas, que se preguntan ahora cómo reaccionar, con la espada de Damocles de posibles nuevas detenciones, como ya han avisado las autoridades estadounidenses.
Éxito deportivo, tragedia judicial
El presidente de la Conmebol, Juan Ángel Napout, vivió una semana de sensaciones contrapuestas.
En lo deportivo fue proclamado vicepresidente de la FIFA y cumplió la gran misión con la que viajaba a Suiza, la de mantener el cupo mundialista de Sudamérica para 2018 y 2022 en cuatro plazas directas y un repechaje para un eventual quinto billete.
Su alegría por ese éxito contrastaba con la preocupación de los días anteriores, después de la operación anticorrupción. En su primera reacción, la Conmebol ya se ofreció a "apoyar irrestrictamente las investigaciones iniciadas y las que se iniciaran".
"Nosotros estamos tratando de cambiar. Vamos a dar la cara, yo estoy dando la cara", afirmó Napout el viernes justo tras la reelección de Blatter.
Un día después, tras participar en la reunión del Comité Ejecutivo de la FIFA, se comprometió a seguir trabajando por una mayor trasparencia en su organización y dijo ser partidario de levantar la inviolabilidad de la sede permanente de Conmebol en Asunción.
"No pondremos problema", aseveró, en alusión al cambio de una ley de 1997 que confiere a los edificios de la Conmebol un estatus similar a una embajada o delegación diplomática.
Nueva cúpula en la Concacaf
En el caso de la Concacaf, la crisis de esta semana ha supuesto un terremoto en su cúpula directiva, ya que su presidente Jeffrey Webb, uno de los vicepresidentes de la FIFA, fue uno de los detenidos, junto al costarricense Eduardo Li, miembro de los Comités Ejecutivos de la FIFA y de la Concacaf.
Ambos fueron expulsados el jueves siguiendo los estatutos de la Confederación y el hondureño Alfredo Hawit fue elegido presidente interino.
Para su trabajo en este momento crítico contará con un Comité Especial, compuesto por los presidentes de las Federaciones nacionales de México (Justino Compeán), Canadá (Victor Montagliani) y Estados Unidos (Sunil Gulati).
"En un momento en el que estamos profundamente decepcionados por las acusaciones realizadas por las autoridades, sobre que Concacaf ha sido de nuevo víctima de un fraude, seguimos comprometidos con el objetivo de desarrollo de la Concacaf, de la promoción y gestión del fútbol", afirmó Hawit tras su nombramiento.
Un día antes, la Concacaf, cuyas oficinas de Miami Beach fueron además allanadas por agentes de la policía federal estadounidense (FBI), había emitido un comunicado en el que decía que seguirá "cooperando con las autoridades en toda su capacidad".
El desafío se presenta muy complicado para dos Confederaciones que sufrieron heridas importantes esta semana y que ahora tendrán que esforzarse al máximo para asumir la gestión de una crisis de credibilidad de primera magnitud.