La detención este miércoles de varios altos cargos de la FIFA supone no sólo un golpe para el organismo internacional del fútbol, sino que además podría llegar a ser un factor más en la crisis geopolítica que enfrenta a Rusia con Occidente por el conflicto en el este ucraniano, situación que ha puesto bajo cuestionamiento que la Copa Mundial de Fútbol de 2018 se realice en suelo ruso.
En una maniobra sin precedentes, la Justicia de Estados Unidos en coordinación con el FBI, presentó 47 cargos contra nueve directivos de la FIFA y cinco empresarios implicados en una compleja trama de corrupción que se extendió por 24 años.
Este esquema impulsó a que los fiscales suizos abrieran una investigación paralela contra sujetos no identificados bajo la sospecha del manejo de fondos y lavado de dinero a favor de la concesión de los mundiales que se realizarán en Rusia en 2018 y en Qatar en 2020, aseguró The Washington Post.
Desde el comienzo, Estados Unidos ha mirado con recelo el hecho de que el Mundial de Fútbol de 2018 se desarrolle en Rusia, país con el que Washington sostiene hostilidades por el conflicto que acontece en el este de Ucrania. La Casa Blanca culpa al Kremlin de respaldar a los separatistas ucranianos que buscan independizar el este del país del gobierno central en Kiev. Pese a las constantes acusaciones, el gobierno de Vladimir Putin siempre ha negado tal participación.
Por lo mismo, Washington ve como un premio para Moscú que la realización del torneo más importante del fútbol se desarrolle en suelo ruso, ya que Rusia se vería beneficiada de las importantes ganancias que un torneo de esta envergadura representa para la economía de un país. Lo que se contradice con las sanciones económicas que Occidente ha impuesto a Moscú por su supuesta intervención militar.
Tras el arresto de los miembros de la FIFA en Rusia, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, acusó en un comunicado a Estados Unidos de aplicar ilegalmente su legislación “muy lejos de sus fronteras”.
Con todo este escenario, se complica el panorama a sólo dos días de que se realicen las elecciones por la presidencia de la federación, y en las que su actual presidente, Joseph Blatter, se enfrenta con el Príncipe Alí Bin Al Hussein de Jordania
Sin ir más lejos, el pasado martes dos senadores estadounidenses republicanos, John McCain y Robert Menéndez, se enarbolaron como las principales voces que abogan por que el próximo presidente de la FIFA no sea Joseph Blatter, quien autorizó la decisión de concederle el Mundial de 2018 a Rusia.
“Al permitirle a Rusia hospedar el torneo, la FIFA le ofrece un salvavidas económico al régimen de Putin, lo que se contradice con las multilaterales sanciones que se le han impuesto por la comunidad internacional” por su apoyar a los separatistas que amenazan la unidad de Ucrania, señalaron este martes los senadores.
Pese a que Blatter es el favorito para ganas las elecciones, la detención de los altos miembros de este miércoles podría golpear su candidatura. Varios de los hombres acusados pertenecen al fútbol centroamericano y sudamericano, dos bastiones en los que Blatter siempre se apoyó para obtener votos, aseguró El País.
Tras el escándalo, el vocero de la FIFA, Walter de Gregorio, reafirmó que las elecciones del viernes se desarrollarán con normalidad. Además aseguró que el presidente no está implicado en el caso. Y aprovechó de confirmar que “las Copas del Mundo de 2018 y 2022 se jugará en en Rusia y Qatar”.
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