"Los goles son como los botes de ketchup, golpeas y golpeas, no sale nada, pero cuando lo haces (bien) viene todo de golpe”.
Esta es la frase que dijo Cristiano Ronaldo en 2010, en pleno Mundial de Sudáfrica, pero sirve perfectamente como declaración de intenciones del astro del Real Madrid antes del crucial partido del miércoles de Portugal ante Hungría en la Eurocopa.
Al momento de esos dichos, el astro luso levaba dieciséis meses sin marcar con su selección y las críticas se sucedían antes del debut ante Costa de Marfil, ante la que el astro del Real Madrid se quedó mudo, tras un empate 0-0.
Pudo al menos romper el maleficio en el segundo partido, un 7-0 ante Corea del Norte en el que CR7 firmó en los últimos minutos el sexto tanto.
La frase del ketchup realmente era una repetición de una similar de su excompañero del Real Madrid Ruud Van Nistelrooy, pero ejemplifica a la perfección cómo fueron las cosas para un Cristiano que, pese a aquel año y medio de sequía con su país, es ahora el máximo goleador de la historia de Portugal, con 58 dianas en 128 partidos como internacional, dejando ya atrás hace tiempo la anterior plusmarca de 47 que ostentaba Pedro Pauleta.
En esta Eurocopa 2016, la imagen de un Cristiano con cara de decepción tras enviar al palo un penal ante Austria (0-0) el sábado resume cómo ha sido el arranque de torneo para Portugal.
En la primera jornada, Islandia le logró arrebatar un empate 1-1 y el único tanto portugués lo marcó Nani.
Por eso el duelo ante los húngaros se presenta crucial: una victoria lleva a Portugal a octavos de final, una derrota les pone a pensar cómo hacer la maleta y un empate puede hacerles pasar, pero puede ser como uno de los mejores terceros y citarles en octavos con Alemania o España, dos de los grandes favoritos a levantar la corona.
A sus 31 años, a Cristiano Ronaldo se le empiezan a acabar las oportunidades de conseguir algo grande con su selección y fracasar de nuevo en esta Eurocopa sería un golpe difícil de digerir.