Cuando la colombiana Caterine Ibargüen dio el gran salto de su carrera en 2011, logrando la medalla de bronce en los campeonatos mundiales de atletismo en Daegu y superando todos los récords de su país y de Sudamérica, la venezolana Yulimar Rojas recién comenzaba a dar sus primeros pasos como atleta internacional.
En ese momento nada podía hacer presagiar que cinco años después ambas iban a subir a los dos peldaños más altos del podio olímpico y que 12 meses después serían las protagonistas del verdadero gran duelo de los mundiales de Londres.
Pero eso fue lo que ocurrió en Río 2016 y será lo que se viva este lunes en el estadio olímpico de la capital británica.
Ibargüen tendrá ante sí el reto de convertirse en la primera atleta en ganar tres medallas de oro mundiales consecutivas en salto triple, con lo que extendería un reinado que se prolonga por más de un lustro.
El desafío para Rojas es lograr que hasta hace dos meses parecía imposible, destronar a la gran campeona y erigirse como la nueva monarca.
Las dos atletas sudamericanas no son sólo las mejores exponentes del salto triple, sino que con cada una de sus épicas batallas están escribiendo una de las épocas más emocionantes de esta histórica prueba.
¿Transición de poder?
Es la primera vez que una modalidad en pista y campo está dominada tan claramente por dos atletas de la región.
Ibargüen, de 33 años, ha sido la campeona indiscutida de la modalidad desde que conquistó la medalla de oro en los mundiales de Moscú en 2013.
Luego sumó la presea dorada en Pekín 2015 y el oro olímpico en Río 2016.
En medio completó una racha de 34 pruebas invicta.
De hecho, desde que conquistó la medalla de plata en las olimpiadas de Londres en 2012 la atleta oriunda de Apartadó, en Antioquia, sólo ha perdido dos veces: ante la kazaja Olga Rypakova, en 2016, y contra Rojas, en la reunión de atletismo de Roma en junio de este año.
Y pese a que disfrutó de la revancha al mes siguiente en Mónaco, esa derrota es la que abre las puertas a una transición de poder entre Ibargüen y la venezolana, 12 años más joven.
La diferencia entre ambas es mínima -en el principado sólo fue de tres centímetros y en la capital italiana de seis- logrando entre las dos las seis mejores marcas del año.
Con todo y eso Rojas posee el mejor registro de la temporada al alcanzar los 14,96 metros en Andújar, marca que se espera sea superada en Londres.
Diferencias y semejanzas
Pese a la diferencia de edad y de estilos -Ibargüe aprovecha su potencia mientras que Rojas la longitud de sus piernas- hay muchas características que muestran un sorprendente paralelismo en sus carreras.
Surgidas de familias necesitadas, las dos mostraron desde una edad temprana poseer un físico privilegiado para los deportes, aunque la primera experiencia no estuvo sobre el tartán, sino en una cancha de voleibol.
La experiencia no fue exitosa y como alternativa surgió el atletismo como la opción más viable para aprovechar el espigado físico de ambas.
Si bien la primera incursión de Rojas fue en el lanzamiento de bala, su evolución se produjo en el salto alto, lo mismo que había ocurrido con Ibargüen cuando comenzaba a abrirse camino en el mundo de pista y campo.
Las dos lograron figurar en competiciones sudamericanas y panamericanas, aunque fue Ibargüen la que completó actuaciones más destacadas al haber recorrido un camino más largo en esa modalidad.
Pese a dominar el salto alto en la región, la saltadora colombiana no pudo destacar en el ámbito internacional, por lo que tras fracasar en su intento de clasificar a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se produjo el punto de inflexión que resultó crucial en su carrera.
Bajo la guía del cubano Ubaldo Duany, Ibargüen concentró sus esfuerzos en salto triple y enseguida comenzaron a aparecer los resultados.
En 2011 vivió su primer gran año y a partir de 2012 se convirtió en la gran referente de la prueba.
Algo similar ocurrió con Rojas, que en 2014 tuvo su primera experiencia en el salto triple.
La evolución de la venezolana en esta especialidad fue mucho más rápida que en salto alto o el de longitud, por lo que a finales de 2015, tras haber rechazado ir al mundial de Pekín pese a haber clasificado, contactó a la leyenda del atletismo cubano Iván Pedroso para que fuera su entrenador.
La influencia del nueve veces campeón del mundo en salto largo tuvo un efecto de inmediato y Rojas comenzó a saltar cada vez más lejos, siendo evidente su progresión cuando se convirtió en la medallista de oro más joven de la historia en los campeonatos mundiales de atletismo en pista cubierta.
A partir de allí sus ojos se enfocaron en el trono de Ibargüen, a la que obligó a saltar por encima de los 15 metros cuando se enfrentaron en Doha y amenazó cuando estableció su mejor marca de 15,02 metros en Madrid justo antes de las olimpiadas de Río de Janeiro.
En Brasil volvió a prevalecer la colombiana, pero fue evidente que sería sólo cuestión de tiempo que la corona cambiaría de manos.
La pregunta es que si ese momento será este lunes en Londres.