La noche del 28 de noviembre de 2016 el Chapecoense se preparaba para vivir el capítulo más importante de su historia deportiva, uno que nunca pudo terminar de escribir.
Lo que quedó en su lugar fueron páginas enteras de dolor y drama ante una de las peores tragedias que ha vivido el mundo del fútbol.
El equipo viajaba hacia Medellín para disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana contra Atlético Nacional, su primera en un torneo internacional.
Pero el avión en el que se desplazaba se estrelló poco antes de llegar a la ciudad colombiana, causando la muertede 71 de las 77 personas que iban a bordo.
Sólo sobrevivieron Ximena Suárez y Erwin Tumuri de la tripulación, el periodista Rafael Henzel, y los jugadores Allan Ruschel, Jakson Follmann y Hélio Neto, quienes se han convertido -junto al recuerdo de sus 19 compañeros fallecidos- en el alma que mantiene en pie al club.
365 días
Los conmovedores gestos de solidaridad que acompañaron el luto que siguió a la tragedia contribuyeron a la reconstrucción del Chapecoense, que fue proclamado campeón de la Copa Sudamericana a petición de sus rivales en aquella final.
Fue un pequeño grano de arena en el desierto de necesidades que se asomaba en el horizonte, pero sirvió de motivación tanto para el club como para los jugadores sobrevivientes.
El técnico Vagner Mancini también ideó un plan a seguir que se fue respetando paso a paso, protegiendo los tiempos y sin sobresaltos.
Fue así que armó una plantilla competitiva gracias a la generosidad de varios clubes que cedieron jugadores sin condiciones.
Ellos asumieron la responsabilidad de dejar en alto la memoria de sus colegas fallecidos.
Y su emotivo regreso a las canchas hizo vibrar nuevamente las gradas del Arena Condá.
No fue fácil, y en el camino fueron surgiendo obstáculos que mostraba la fragilidad del reto por delante.
Pero los objetivos al final se cumplieron: mantener la categoría en la máxima división del fútbol brasileño y representar dignamente a Chapecó en su primera incursión en la Copa Libertadores.
Todo ante la mirada activa y pasiva de los tres supervivientes.
Sus historias
De ellos el único que ha vuelto a jugar es Ruschel, el defensa que regresó a la cancha ocho meses después del accidente.
Neto sigue su rehabilitación para volver a sentirse futbolista, que se prevé ocurrirá en el comienzo del próximo año, mientras que Follmann, quien sufrió la amputación de una de sus piernas, sigue vinculado al club.
Los tres han repetido en varias ocasiones lo que les ha tocado vivir durante el transcurso del último año, pero hubo un relato íntimo, en primer persona, publicado en el medio estadounidense The Players Tribune, que capta el desahogo de cada uno de ellos.
"Éramos un grupo de personas que estábamos muy contentas de hacer historia, sin importar si nos convertíamos o no en campeones", recordó Ruschel del momento previo a la tragedia.
"Fue un vuelo tranquilo. Hasta que todas las luces del avión se apagaron", contó Follmann, entonces portero suplente de Danilo, quien logró sobrevivir al impacto, pero murió poco después de ser rescatado.
"Mucha gente comenzó a rezar en voz alta. Minutos antes de caer, la gente en el frente del avión comenzó a preguntar qué estaba pasando", agregó.
"Recuerdo que la gente decía esas cosas, y después de eso, no recuerdo nada".
"Y entonces todo se vuelve negro", interrumpió Neto.
En el artículo los tres reviven sus experiencias y cuentan en detalle lo que por lo que fueron pasando, como el momento en que se fueron apagando las voces de sus compañeros pidiendo ayuda, cuando llegaron los cuerpos de rescate y el despertar frente a sus familiares.
Lo más difícil fue el momento en que supieron de la muerte de sus compañeros, algo que los ha acompañado durante todo el año pero que también ha servido de motivación para seguir luchando.
"Se suponía que moriría ese día. Dije mis últimas palabras en voz alta. Dios me dio una segunda oportunidad, y haré todo lo posible para honrarlo, y para honrar a todos mis amigos que se han ido", concluyó Neto en el texto de The Players Tribune.
Y de eso se trató 2017, un año que califican de renacimiento, en el que aprendieron de lo sucedido y a valorar los pequeños momentos que brinda la vida.