Desde el momento en que cayó el primer objeto al bus de los jugadores del Boca Juniors empezó la especulación sobre qué estaba pasando, y qué pasaría.
Fue el sábado, faltaban un par de horas para el partido y ya el estadio Monumental de River Plate estaba repleto, a la espera de la final más anhelada en décadas de la Copa Libertadores entre los dos históricos rivales argentinos.
Por un lado, estaban las teorías sobre qué hubo detrás de un ataque que dejó varios jugadores heridos: si una pelea entre la policía y el gobierno de la ciudad o si una venganza de la barra brava por la incautación de 300 entradas y US$200.000 por reventa ilegal.
Quizá no hubo ninguna conspiración detrás, y la falla fue que el operativo policial llevó al bus de Boca a una zona roja plagada de hinchas de River.
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Luego, por otro lado, están las teorías sobre lo que pasaría.
El partido fue pospuesto dos veces el sábado y finalmente suspendido el domingo.
Se espera una resolución este martes, después de que los presidentes de los clubes se reúnan en Asunción con Alejandro Domínguez, director de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
En la ecuación entran variables políticas, como es la organización de la cumbre G20 en Buenos Aires este viernes con los mandatarios más importantes del mundo, y de historia reciente, como es las sanciones que han recibido equipos por sucesos similares.
En medio de la especulación, y a partir de lo que han dicho los equipos, es posible armar tres escenarios de lo que puede pasar.
Que se juegue en River y con público
La primera opción es que se juegue en las mismas condiciones que iba a ser el sábado, pero con un operativo policial mejor diseñado.
El presidente de River, el exempresario Rodolfo D'Onofrio, apuesta por esta opción. Y el alcalde, Horario Rodríguez, Larreta, ya admitió que el operativo fue ineficiente.
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El partido de ida, que quedó 2-2, fue en la Bombonera de Boca y en ese sentido, bajo la teoría de la reciprocidad, falta la vuelta en territorio millonario.
La fecha que se maneja es el sábado 8 de diciembre, una semana después del G20 y una antes del Mundial de Clubes en Emiratos Árabes, que empieza el 12, donde el campeón debe jugar contra Real Madrid y otros ganadores de copas regionales.
Esta opción corre el riesgo de caer en el mismo problema que la anterior -violencia entre hinchas-, así como de dar la noción de que no hubo sanciones por lo ocurrido.
Que gane Boca en los escritorios
Por eso es que el presidente de Boca, el poderoso abogado Daniel Angelici, sostiene que River debe ser sancionado y, aplicando el reglamento de la Conmebol, perder el partido.
Así, Boca sería declarado campeón desde un escritorio, sin tener que jugar.
Angelici, que espera ser reelecto en la presidencia de Boca en 2019, se basa en el artículo 18 del estatuto, según el cual los clubes pueden ser sancionados con la quita de puntos y suspensión de su estadio o su participación en competencias.
En la Libertadores de 2015, River y Boca se enfrentaron en la semifinal y en el entretiempo los jugadores de River fueron atacados por hinchas con gas pimienta. El partido fue suspendido, Boca fue sancionado y River pasó a la final y ganó el torneo.
Angelici, según dijo, espera que se aplique la misma vara.
Pero hay un matiz: el ataque a los jugadores esta vez fue por fuera del estadio, donde la seguridad no era responsabilidad del equipo sino del gobierno de Buenos Aires.
Que se juegue sin público o en otro estadio
Aparte de las anteriores, hay un par de opciones menos probables pero también contempladas por las autoridades y la prensa.
Una es que el partido se juegue en Abu Dabi, justo antes del Mundial de Clubes, con la ventaja de que el ganador se que quede en esa ciudad a disputar el torneo.
Eso le quitaría toda la mística a un partido inédito e incumpliría contratos en Buenos Aires con patrocinadores y con los hinchas que compraron entradas.
Otra opción contemplada es que el partido se juegue en el Monumental de River, pero sin público, como ocurre frecuentemente tanto en Latinoamérica como en Europa cuando el equipo local es sancionado.
El estadio, de hecho, ya fue multado por lo ocurrido el sábado y si se llega a jugar con público es porque se hizo una excepción a favor del espectáculo.
Hace apenas unas semanas, otro clásico que se vive al rojo vivo en Argentina, Central-Newell's Old Boys, tuvo que jugarse fuera de la ciudad de Rosario y sin público para evitar incidentes, pese a que no había sanciones.
De hecho, otra opción para la final de la Libertadores es que se juegue fuera de Buenos Aires, aunque es difícil que River acepte esto cuando ya hubo un primer partido en la cancha rival.
Así, entre la violencia y el fanatismo y la especulación, se vive el fútbol en Argentina. Que de espectáculo con cánticos y colores y fiesta tiene cada vez menos.