Fue un partido caliente, de alta tensión, en el que se luchó por cada milímetro del campo... e incluso de los vestuarios una vez que sonó el pitazo final.
La invasión del campo por parte de los aficionados del Wigan reflejaron la importancia y lo histórico de la victoria de un club de la tercera división del fútbol inglés sobre el Manchester City, líder indiscutido de la Premier League y que iba en camino a conquistar cuatro títulos esta temporada.
Hasta el lunes por la noche, cuando cayó eliminado de los octavos de final de la FA Cup (la Copa de la Asociación Inglesa) en una de las mayores sorpresas en la historia del torneo de fútbol más antiguo del mundo.
Ni el autor del único gol de la noche, el norirlandés Will Griggs, creyó que sería posible vencer a un equipo plagado de estrellas y que este año sólo ha perdido un partido en la liga y viene batiendo todos los récords en Inglaterra.
Es por eso que el comentarista de la BBC, Kevin Kilbane, considera que este triunfo fue incluso más sorprendente que el que logró hace cinco años en Wembley para conquistar su único título de la historia.
"Cuando vencieron al City en la final de la FA Cup en 2013 fue una gran sorpresas, pero en ese momento Wigan jugaba en la Liga Premier y no en la League One (tercera división) como lo hace ahora", destacó Kilbane.
"Pero ahora tienes que tomar en cuenta el nivel en el que el conjunto de Pep Guardiola ha rendido durante toda la temporada, lo lejos que están al frente de la tabla en la Premier y que estaban buscando un hecho inédito: el póker de títulos".
"Al ver en la alineación a nombres como David Silva, Sergio Agüero y Leroy Sané sinceramente no les di ninguna oportunidad".
La magia de la copa
La opinión de Kilbane fue compartida por todos en la transmisión de la BBC, desde Gary Lineker hasta Alan Schearer, además del español Roberto Martínez, actual seleccionador de Bélgica y responsable de idear el plan que le dio a Wigan el título en 2013.
Entonces, ¿cómo fue que pudieron ganar?
El técnico del Wigan, Paul Cook, reconoció tras el partidos que todo lo ocurrió en el campo terminó decantando la balanza en favor de su equipo, como si los astros se hubiera alineado para que obtuvieran el resultado.
Y es difícil buscar otra explicación cuando el equipo ganador sólo tuvo un 17% de posesión de la pelota y disparó una sola vez al arco defendido por el chileno Claudio Bravo.
Pero sí hubo detalles que corroboran lo dicho por Cook, además del gran despliegue físico de un equipo que también está luchando por lograr su principal objetivo de la temporada: el ascenso a segunda división.
Uno de ellos fue la dudosa expulsión al filo del descanso de Fabian Delph por una fuerte entrada sobre Max Power.
Ninguno de los especialistas y ex jugadores en la transmisión de la BBC consideraron que la jugada fue merecedora de tarjeta roja, contrario a la opinión del 69% de los aficionados que participaron en una encuesta en la página de BBC Sports.
"Eso demuestra una diferencia de opiniones", explicó Kilbane, "pero lo polémico fue que el árbitro Anthony Taylor tuvo la tarjeta amarilla en su mano, anotó el nombre de Delph y después sacó la cartulina roja".
Pudo ser que la presión de los jugadores del Wigan hayan tenido efecto en la decisión final de Taylor, pero también que haya habido algún tipo de comunicación con el juez de línea, lo que forma parte de las reglas del juego.
Además de reducir al Manchester City a diez hombres, también sirvió como una inyección de ánimo para los jugadores y los aficionados.
Contraste en la puntería
City, pese a tener un hombre menos, siguió dominando la pelota y teniendo las oportunidades, pero la defensa del Wigan pareció multiplicarse para bloquear cada pelota y cubrir cada espacio frente a la portería defendida por Christian Walton.
Walton mismo fue exigido un par de veces, pero fue más evidente la falta de puntería del ataque del City que sus intervenciones.
De los 29 disparos del equipo "ciudadano" sólo cinco fueron dirigidos a la portería.
Eso contrastó con el acierto de Griggs, quien no desperdició la única oportunidad que tuvo cuando Kyle Walker dejó pasar la pelota bajo sus pies.
El delantero anticipó a la perfección el error de Walker y luego, en velocidad, controló la pelota lejos de la trayectoria de la carrera del defensor y cuando era cerrado por la última línea del City supo colocarla, cayéndose, lejos de Bravo.
Wigan aguantó hasta el final y hubo escenas de júbilo y caos tras el pitazo final hasta el punto que algunos hinchas locales encimaron a jugadores del City, como el argentino Sergio Agüero, quien se vio envuelto en una pelea luego de ser escupido en la cara, según informan sus allegados.
Guardiola decía que el sueño de los cuatro títulos era imposible, lo que nadie esperaba es que despertaría frente al Wigan.