Los corredores gastan hasta 20 pares de zapatos, recorren la distancia de dos maratones y mediopor día, durante casi dos meses y solo con cinco horas de sueño cada noche.
Es la carrera Sri Chinmoy Self-Transcendence 3.100 Mile, la competencia de 5.000 kilómetros certificada como la más larga del mundo.
Desde el pasado 16 de junio y durante los siguientes 52 días se correrá esta extenuante competición.
La distancia es tan asombrosamente absurda que algunos de los que participan no creen que sean capaces de hacerlo, incluso después de haberla completado.
Si alguien corre de la costa este a la costa oeste de Estados Unidos, tendría que hacer todavía 11 maratones más para completar el recorrido. Al menos el paisaje en esas rutas podría ser un entretenimiento.
Pero aquí, los pocos competidores que participan deben correr en un circuito alrededor de una cuadra en Nueva York a la que dan la vuelta 5.649 veces.
Fundada por el fallecido líder espiritual indio Sri Chinmoy en 1997, la competencia desafía a los corredores a "trascender su propia capacidad", "obtener conocimientos espirituales" y "superar las nociones preconcebidas sobre lo posible".
Demoledora
Los corredores tienen 52 días para completar los 5.000 km, ya sea corriendo o caminando tanto como quieran entre las 6 de la mañana y la medianoche.
En las seis horas restantes son libres para comer, lavarse y curarse los pies, pero cuanto más tiempo se demoren en eso, menos duermen.
La distancia y el número de días disponible significa que deben recorrer 96,15 km por día.
Cuando Ashprihanal Aalto, un cartero finlandés, estableció un nuevo récord de 40 días, nueve horas y seis minutos en 2015, recorrió de promedio casi 124 km por día.
Ha sido descrito como el "Everest de los ultramaratones", lo cual no le hace justicia.
Más de 4.000 personas han alcanzado la cima del Everest desde 1953, mientras que solo 43 personas han completado esta carrera de Nueva York en 22 años.
"Fue el momento más sobrecogedor de mi carrera", dice William Sichel, una leyenda de los ultramaratones que corrió en 2014.
La estadounidense Yolanda Holder, quien ha hecho 540 maratones y ultramaratones, dice. "Simplemente me destrozó. Nunca he llorado en ninguna de mis carreras, pero cuando crucé esa línea de meta, cielos, lloré".
Kaneenika Janakova, poseedora del récord femenino de 48 días, 14 horas y 24 minutos en 2017, lo describe como "terreno sagrado".
Las condiciones
Los corredores deben lidiar con un verano que alcanza los 38° C, con humedad sofocante, y, en ocasiones, con lluvias torrenciales, que no es raro que caigan en esta época.
Tampoco se cierran las calles, así que los competidores comparten el pavimento con personas que realizan su vida cotidiana.
Las lesiones graves son poco frecuentes, pero la factura al cuerpo puede ser brutal.
Holder, quien posee el récord femenino de más maratones y ultramaratones en un año (120), tuvo ampollas tan dolorosas en 2018 que terminó en un hospital.
"Lloraba todos los días", confiesa.
Tranquilidad
La mera monotonía de correr alrededor de una cuadra miles de veces tiene un costo mental que puede superar las exigencias físicas.
Aquí es donde la meditación es clave.
Sri Chimnoy, quien fue conocido como un maestro espiritual en Nueva York, corría largas distancias y levantaba pesas como parte de su filosofía de vencer los límites.
Beckjord considera que "la meditación" rompe las barreras.
Pero cada uno se las arregla a su manera.
"Nunca pienses en toda la distancia", aconseja Beckjord, quien se imagina que es una niña, corriendo por el jardín.
10.000 calorías al día
Los corredores deben comer constantemente, ya sean comidas vegetarianas o bocadillos de fácil digestión. Huevos, pan, panqueques, tostadas francesas y batidos son básicos.
Perder 10,000 calorías diarias no es tarea fácil: la ya de por si delgada Holder perdió más de 6 kilos en la carrera de 2017.
Y dormir es otro gran desafío.
Holder no podía dormir las dos primeras semanas, pero cuando finalmente tomó una siesta de 15 minutos dijo que sentía como si hubieran sido 5 horas: "Tu cuerpo se adapta, se convierte en una máquina".
Al final, quienes terminan obtienen una camiseta, quizás un DVD y un pequeño trofeo.
Pero todo eso pasa por alto para los corredores.
"Lo hago por mi propio progreso", señala Janakova, quien como algunos dice que solo puede tomar algo de crédito por esto: "Sentí que no fui yo quien lo logró. Siento que hay una fuerza superior".