Gennady Golovkin: ¿el boxeador más peligroso del mundo?
Con su saco a cuadros, Gennady Golovkin parece un niño grande que se puso elegante para orgullo de su mamá.
Mucho más con su suéter de cuello en punta para el frío y un corte de pelo de chico bueno, todo repeinado.
Pero esa apariencia esconde al que bien puede ser el hombre más peligroso del boxeo.
Golovkin, campeón de peso medio de la Asociación Mundial del Boxeo (AMB), puede trocear a un hombre desde cualquier ángulo.
Su última víctima fue el británico Martin Murray, que el fin de semana se convirtió en el primer boxeador en superar el décimo asalto en una pelea contra Golovkin.
Pero sólo lo pudo hacer por un round más. El combate fue detenido en el penúltimo asalto debido al constante castigo que recibió su cuerpo, que fue a parar en la lona en cuatro ocasiones.
Nacido para pegar
Lo ha estado haciendo desde que era un niño, cuando sus dos hermanos lo incitaban a pelear con mineros borrachos en las calles de Karaganda, la cuarta ciudad de Kazajistán.
En la era soviética, Karaganda era un humorístico sinónimo de "más allá del más allá", que si era conocida por algo era por sus campos de trabajo y carbón.
El tipo de sitio donde los pájaros no cantan, tosen.
La estepa kazaja es pegajósamente cálida en verano y brutalmente fría en invierno.
Y su gente es dura, especialmente los mineros.
Desde que se hizo profesional en 2006, Golovkin ha terminado con 29 de sus 32 rivales antes de tiempo. Un 90% de nocáut, el más alto de la historia de los pesos medios.
En octubre pasado, Marco Antonio Rubio quedó KO por un gancho de izquierda a la cara. El australiano Daniel Geale cayó por un cruzado de derecha que le dio un Golovkin con el pie de apoyo atrás.
Otro derechazo dejó inconsciente al japonés Nobuhiro Ishida y el inglés Matt Macklin cayó a la lona cuatro veces hasta que recibió el definitivo izquierdazo al hígado.
"Lo mejor que puedes hacer con Golovkin es ir mano a mano a ver si tienes suerte", dice Macklin.
Más que un pegador
Golovkin nunca ha perdido como profesional. Y de las 350 peleas que hizo cuando era aficionado sólo se recuerda su derrota en la final olímpica de 2004, cuando cayó por puntos contra el ruso Gaydarbek Gaydarbekov.
Cuando se le pregunta por el secreto de su poderío, Golovkin responde como si fuera el hombre elefante: "No son ningún animal", dice.
"Soy agresivo pero no es que me ponga a dar puñetazos con los ojos cerrados. Me molesta que la gente diga que soy solo un golpeador. También hay velocidad, posición y táctica", insiste.
"Pero siento algo de presión para noquear al contrincante cuando salto al cuadrilátero. Entiendo mi situación, mi trabajo es entretener a los fanáticos y ellos no quieren boxeadores aburridos, quieren drama".
El entrenador Abel Sánchez sabe de esto más que nadie. Cuando lo conoció en 2010, era un boxeador que soltaba el puño en cascada y esperaba a que el oponente cometiera un error.
Pese a ser campeón del mundo en 2003 y medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2004, era justo lo que los fanáticos en Estados Unidos no querían.
En su gimnasio de California, Sánchez, famoso por entrenar al gran Terry Norris en los 90, se puso a la tarea de convertirlo en un boxeador más del gusto del público.
Es decir, de los que hacen que el contrario cometa errores y no simplemente espera a que ocurran.
En su debut con la cadena de televisión estadounidense HBO en 2012, Golovkin dejó en el suelo a Grzegorz Proksa tres veces antes de que terminara la pelea en el quinto asalto.
Los fanáticos quedaron encantados y desde entonces ha sido un fijo de HBO.
Sin rivales
Desde aquella pelea, todas han tenido un final prematuro. Y no es que los deje KO, es que los deja estremeciéndose de dolor.
"Los desplaza con los impactos", dice Sánchez.
Ahora el problema de HBO es encontrarle un oponente adecuado. Su promotor, Tom Loeffler, dice que los grandes nombres de 72,6 kilos no quieren ni oír hablar de él.
Golovkin es el desafío natural para el puertorriqueño Miguel Cotto por el título del Consejo Mundial de Boxeo, pero de momento los aficionados tendrán que seguir esperando la pelea.
"Miguel Cotto no me tiene miedo. Es muy inteligente. Es difícil encontrar rivales pero estoy listo para cualquiera", dice Golovkin.
"Para mí es muy importante probar que soy el mejor peso medio". Y, claro, para eso necesita derrotar a Cotto.
Golovkin es escrupulosamente bien educado, casi hasta la exageración. Y se pone tímido cuando le sugieres que es una de las mayores estrellas del mundo del boxeo.
"Tal vez un poco", dice. "Pero paso a paso. Cuando la gente me compara con Marvin Hagler, es demasiado. A lo mejor en el futuro, podría ser".
En boxeo, vale la pena hacer fila, dentro y fuera del ring. Dicho eso, no va a haber ruido suficiente que lleve al campeón puertorriqueño a la mesa de negociación.
Tampoco al campeón imbatido en cinco categorías Floyd Mayweather, a quien Golovkin le ha ofrecido una pelea en peso mediano ligero (hasta 69,9 kg).
Así es que Golovkin probablemente va a tener que pasarse a peso supermediano (76,2 kg) para asegurarse combates en lo más alto, de los que marcan una carrera.
Y un hombre que ya tiene en la mira Golovkin es el campeón de la AMB, el británico Carl Froch. Y para eso va a tener que hacer fila.
"Respeto mucho a Carl Froch. Es muy fuerte y una gran estrella. La pelea podría ser en Las Vegas o en el estadio Wembley. Suena una buena idea. ¿El próximo año?", dice.
Pero es poco probable. Se espera que Froch haga una pelea de despedida, puede que con el mexicano Julio César Chávez Junior antes de colgar los guantes.
Quien sí parece dispuesto es el imbatido estadounidense Andre Ward, que no ha peleado desde 2013 y ya resolvió sus problemas promocionales.
Golovkin es demasiado educado y sensato como para mirar más allá de su victoria en Montecarlo frente a Murray.
Su bajo perfil contrasta con la extravagancia de la gran pelea anunciada entre Mayweather y Pacquiao para el próximo 2 de mayo. Pero no cabe duda de que el ganador de ese combate estará en la mira de Golovkin.
Lo que habrá que ver es si el estadounidense o el filipino se atreverá a pelear con el chico de Kazajistán.