Rocío Cantuarias: “Rechazar este mamarracho debe ser una opción de mirar hacia adelante”
La constituyente de la derecha Rocío Cantuarias (42) realiza un balance negativo de este año de trabajo en la Convención Constitucional, que finaliza su labor el próximo 4 de julio, justo dos meses antes del plebiscito de salida que definirá el rumbo del borrador. Es abogada, oriunda de Concepción, desde hace años ha estado trabajando en las ideas del sector ya sea como integrante de la Fundación Para el Progreso (FPP) o como profesora de derecho constitucional, pero, en esta oportunidad, decidió entrar a la primera línea, cuenta, para dar la batalla cultural de las ideas de la derecha.
Comenta que le ha complicado la exposición mediática. De hecho, dice, es un elemento que puede implicar que no siga participando de la política activamente. En los partidos de la derecha, en todo caso, hablan de su buen desempeño en el Pleno, su habilidad en oratoria o de su popularidad en redes sociales, pero ella asegura que no le gustaría seguir en política.
Cantuarias ganó como convencional en un cupo de Evópoli, sin embargo, se ha ido distanciando de las ideas de esa colectividad. “Me siento cercana a los republicanos, le tengo mucho cariño a la UDI -mi papá fue uno de los fundadores de ese partido- y de Evópoli estoy muy agradecida”, dice en entrevista con T13.CL y señala que no está en sus planes militar en ninguna tienda. Es más, tiene un diagnóstico crítico de la elite política.
Cómo darle "épica" al Rechazo: la prueba de fuego de la derecha con miras al plebiscito
En estas pocas semanas que quedan de trabajo en la Convención Constitucional, Cantuarias está participando en la comisión que aborda las normas transitorias de la nueva Constitución, por lo que seguirá en la palestra pública.
“El trabajo de la Convención no ha estado para nada a la altura de lo que los chilenos esperaban ni se merecían. Le ha faltado bastante seriedad a este proceso, los convencionales han sido responsables de su desprestigio, de la desprolijidad, de la mediocridad, de la falta de interés de llevar a cabo un debate racional, eso me ha impresionado mucho. El proceso de redactar la Constitución estuvo cargado de emociones y siempre bajo un paraguas ideológico. Daban lo mismo los datos, a los expertos ni los oían, tú le preguntabas a la machi Linconao de qué territorios estaba hablando -o a cualquiera que impulsaba las normas de propiedad o consentimiento indígena- y te decían ‘no importa si son 200 años de injusticias’ y lloraban por la deuda histórica... no hubo debate racional. El producto que salió de este proceso tampoco está a la altura”, dice de entrada.
—Bajo ese diagnóstico, ¿es acertado que los partidos políticos se queden en segunda línea durante la campaña?
—Que los partidos no sean los guaripolas del Rechazo es una idea fantástica, porque las personas no tienen una valoración positiva de los partidos ni de las figuras políticas. El plebiscito de salida es una batalla ciudadana, 8 de 10 dijeron que querían una nueva Constitución. Si no entendemos eso y si queremos que haya rostros políticos que, por ambiciones de poder o por objetivos electorales posteriores de candidaturas presidenciales o parlamentarias, quieran subirse al carrito de la victoria -hablo de la leve ventaja que tiene en las encuestas el Rechazo- o quieren subirse al carrito de la popularidad, de recorrer Chile para hacerse famosos ellos, sería un error garrafal.
—Este fin de semana los partidos de Chile Vamos van a definir su postura ante el plebiscito y lo claro es que será un Rechazo “con apellido”, o no un Rechazo a secas. ¿Compartes esa idea?
—Estoy de acuerdo, aunque no se trata de matar la Constitución actual. El plebiscito de entrada fue bien evidente y yo creo que la gente no solo tiene expectativas de cambio sino que de verdad yo tengo la convicción de que se requieren cambios. Entonces, no podemos pensar que si es que gana el Rechazo -no tengo idea si es que gana- los senadores por ejemplo se van a quedar muy tranquilos porque mantendrán la pega, los jueces, lo mismo, y todo sigue en un statu quo, eso sería un error que solo generaría una cosa: una crisis delictual, social y política peor que la de octubre de 2019. Los niveles de tensión en la ciudadanía no están para que vaya a ganar una opción y la clase política se quede muy tranquila. El Rechazo debe mostrar una salida de cambio.
—El presidente de la UDI, Javier Macaya, ha reconocido que la derecha no tiene la credibilidad suficiente para que post plebiscito lleven adelante los cambios, en el caso de que triunfe el Rechazo, dado que el sector se ha negado a las reformas en los últimos 30 años. ¿Tu generación, la sub 50 en la derecha, tendrá un rol preponderante en la campaña?
—En tres meses dar vuelta números sobre credibilidad es irreal, la credibilidad se construye en años. Ahora, yo no creo que solo la derecha se haya negado a los cambios, yo, de hecho, no lo plantearía como derecha o izquierda. La elite política completa se ha negado a los cambios. ¿Por qué la reforma de pensiones duerme hace tantos años? La única vez que se pusieron de acuerdo fue para el Acuerdo de la Paz y la nueva Constitución desde la UDI al Frente Amplio y fue un acuerdo que, ni más ni menos, pone en duda la Constitución. No son las posturas políticas los que nos tiene liquidados sino la ambición de poder. Si ellos se quisieran poner de acuerdo para mejorar los derechos sociales lo podrían hacer perfectamente, pero no, está el tironeo partidista. Esta puede ser una oportunidad -teniendo fe- para que en el plebiscito de salida las personas se manifiesten en torno a un proceso que fue poco serio y que no lo merecemos. No merecemos los votos desde la ducha, la tía Pikachu, las mentiras, las piñas en el escritorio, no merecemos este circo. El plebiscito de salida debería ser la manifestación ciudadana de un producto tan malo como este borrador de la Constitución.
—Los analistas coinciden en que el apoyo mayoritario al Rechazo en este momento no es gracias a la derecha, sino al actuar de los convencionales. ¿Lo compartes?
—No diría que solo por eso, pero sí, la gran responsabilidad de esa leve ventaja que tiene el Rechazo sobre el Apruebo es por causas de este circo convencional y de su arrogancia. Siempre pensaron que era el órgano plurinacional, soberano... yo llego a mi trabajo y me aumento el sueldo, ‘total nosotros somos los choros y el pueblo’. Se abusa del poder y eso la ciudadanía lo condena.
—¿Crees que, cuando los convencionales salgan de escena, pueda aumentar el Apruebo? El análisis es que en ese momento quedará solo el relato y el contenido...
—El Apruebo podría ir subiendo porque la campaña política ya empezó con todo. Y lamentablemente empezó con intervencionismo, que el gobierno intervenga en destinar dineros en una campaña electoral a mí no me parece que sea adecuado. El Apruebo puede aumentar en su adherencia por el sentimentalismo, la emoción, Boric y su gente tiene harta expertise en eso. Yo pienso que la campaña del Apruebo va a ser muy parecida a la campaña de la segunda vuelta presidencial: si es necesario que Boric se disfrace de carabinero, lo hará. Al final para el gobierno la nueva Constitución es la madre de todas las batallas, porque en ese borrador están estableciendo una estructura social e institucional que recoge todas las ideas socialistas.
—¿Cuál entonces debería ser el tono de la campaña del Rechazo?
—La derecha ha utilizado siempre la reflexión, los datos, la evidencia y eso ha sido una de las anestesias que han tenido las personas que representan nuestras ideas desde hace un montón de años. Las personas que creemos en la libertad sabemos que la evidencia es muy importante, entendemos que el progreso económico y un sistema de libre mercado es lo necesario para proteger la propiedad privada y con eso generar las bases para que exista libertad individual. Pensando en que Chile había salido de la pobreza, en que los Chicago Boys con sus normas, después del desastre del gobierno de la UP, habían permitido de a poco ir mejorando las condiciones de libertad y progreso económico. Con eso nosotros creímos que estamos listos para el éxito mientras la izquierda trabajó penetrando en sus ideas que siempre han sido sostenidas por la emoción, tanto desde los secundarios, los profesores, en fin. La diferencia entre un discurso y otro hay que revaluarla.
—¿La derecha debe entonces entrar más a la emocionalidad para dar épica a la campaña?
—Sí, pero tampoco pura emoción. Hay un dato: poca gente va a leer el borrador, la gente está tensionada entonces el tono al final va a influir en la decisión. Si el tono se va a centrar en el clivaje derecha-izquierda puede pasar cualquier cosa, estaremos perdidos, porque la ciudadanía no le cree nada ni a la derecha ni a la izquierda. La campaña debe ser ciudadana para exista alguna posibilidad de explicar este borrador tan malo.
—Tú hablas de “leve ventaja” del Rechazo en las encuestas, ¿ves pesimismo en la derecha ante esta posibilidad de que el Apruebo y su campaña tenga más épica o emocionalidad?
—Yo no soy pesimista, soy realista, porque esas mismas encuestas que le dan una ventaja al Rechazo muestran una gran cantidad de indecisos. Hacia dónde se inclinen esos indecisos va a ser el resultado final. Las campañas electorales son dinámicas y utilizan mucho marketing político y pienso que se van a usar muchos elementos de la segunda vuelta presidencial y ahí, claro, uno pensaría que los porcentajes pueden cambiar. Ese 30% de indecisos puede caminar para cualquier lado.
—¿Crees que los convencionales de derecha deben ayudar a construir el relato de esta campaña del Rechazo?
—No necesariamente, aunque me imagino que los convencionales que militan en los partidos políticos, claro, sí. Pero como esta campaña no tendrá de líder al presidente de tal o cual partido o al excandidato presidencial, no es necesario que los convencionales militantes aparezcan tan vinculados a sus partidos políticos. No veo recomendable que los convencionales se pongan la camiseta de su partido para recorrer Chile.
—¿Pero los convencionales deben hacer campaña activa o no?
—Yo creo que la realidad de los hechos se va a imponer. Aun cuando haya convencionales que no lo tengan considerado o que no quieran hacer campaña, la realidad va a superar los deseos. Va a tener que ser así porque hay que ocupar los distintos espacios, porque no solo hay que informar del borrador sino que hay que defender las ideas en las que uno cree.
—Durante esa campaña, ¿habrá que dar cuenta de puntos positivos del borrador constitucional?
—Por todo lo que hemos hablado de dar una esperanza de cambio, de que rechazar este mamarracho debe ser una opción de mirar hacia adelante y no volver al pasado y dejar tal cual la Constitución del 2005, no se trata de estar destacando todo el día que el borrador es malo, porque muy poca gente se lo va a leer. No tenemos que hacer una campaña del miedo, el mensaje no debe ser ‘este mamarracho es malo’, sino que hay que explicar en concreto los efectos que le van a producir a una persona y a su familia alguna de las normas que se aprobaron. No tenemos que ahondar demasiado en que no habrá contrapesos políticos, o que puede ser muy riesgoso para nuestra democracia, no creo que ese sea el tono, el mensaje debería ser ‘a usted señor Juanito Pérez, cómo le va a afectar la nueva Constitución’. A todo esto, le veo pocas cosas buenas al borrador, solo algunas neutrales o inocuas.