-¿Cuál el origen de tu ruptura con la Convención?
-Quiero ser bien franco: Todos dicen que estaban las reglas del juego claras al momento de votar apruebo o rechazo en el plebiscito de entrada. Eso no es cierto.
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-¿Por qué?
-Porque yo voté pensando que iba a ser el mismo sistema electoral que rige para los diputados. Pero se introdujeron modificaciones al sistema electoral posterior al plebiscito, por lo tanto, uno podría decir que se cambiaron las reglas del juego. Se incluyeron escaños reservados, que sobre representan a un sector. Por otro lado se cambia el sistema al establecer listas de independientes, lo que permitió que ganara Vade y la Lista del Pueblo, hoy desaparecida, gracias a un modelo que no es propio de la democracia chilena, y que uno bien puede cuestionar. Ambas cosas no estaban a la vista al momento de votar en el plebiscito.
-La Convención fue elegida cuando se conocía el tema paritario, de pueblos indígenas e independientes. ¿Hay un problema de representación o faltó difusión?
-Mira, yo no soy de derecha, pero la derecha representa el 25% de la Convención y todos sabemos en Chile que por lo menos el 40% es de derecha. Incluso en la última elección un candidato de ultra derecha, como es Kast, sacó casi el 45%.
Yo voté sabiendo que estaba el incentivo para llegar a acuerdos con los dos tercios. Pensé que los sectores mayoritarios se entenderían. Pero deja de haber un incentivo a los consensos cuando se modifica ex post el sistema electoral. Ese es un tema súper importante.
-¿Crees que los independientes no han sido un aporte en la Convención?
-Nunca me gustaron las listas de independientes, justamente porque no tienen accountability, no le rinden cuentas a nadie, no se organizan como lo hace un partido político. Lo mismo con los escaños reservados. El presidente Lagos dijo: “qué raro que todos los representantes de los pueblos originarios sean de ultra izquierda”. Es llamativo al menos. Es un tema en el origen.
-¿Y luego cómo evalúas la discusión constitucional?
-Posteriormente ha habido un tema de forma y de fondo. La forma tiene que ver con que los constituyentes no han sido capaces de escuchar a los expertos ni a los académicos. Si hubiese que crear una nueva comisión la mayoría de la gente estaría por un grupo de expertos.
Yo conocí los procesos en el Congreso y más allá de todas las falencias, eran muy participativos y nadie vetaba a nadie. En la Convención hay una soberbia muy grande, de pensar que aquí venimos nosotros los salvadores de Chile y pasándonos por alto 200 años de historia, terminando con el estado nacional unitario de dos siglos, y contradiciendo el sentido común de los chilenos.
-¿Piensas que uno de los factores que movilizan el rechazo es el tema de la plurinacionalidad?
-Sí, el tema de fondo. Aquí no se trata de contenidos que se le ocurren a un demente, porque siempre hay dementes en todos lados, en la cámara de Diputados, en el Senado, que pueden presentar cualquier cosa por descabellada que sea. Acá estamos hablando de temas que han sido aprobados por dos tercios.
Esto de las autonomías, incluso desde el punto de vista económico, creando una nueva burocracia. Para mi es un desmembramiento del Estado chileno, que lo hace más ineficiente, una discriminación favorable y absolutamente arbitraria hacia los pueblos originarios, no solo en temas electorales o posición en distintas instituciones, sino en todo lo que dice relación con la restitución de tierras. Solo eso, va a llenar de casos judiciales los tribunales.
-Y el poder judicial y legislativo también tienen cambios importantes.
-El sistema de justicia va atentar contra la independencia y la autonomía del poder judicial como lo entendemos.
A eso agrégale la eliminación del Senado. Seamos honestos: el Senado como cámara revisora, deja de existir. Yo tengo una experiencia personal: el Senado es el lugar donde se mejoran las leyes, hay mayor espacio para la reflexión, el diálogo, muchas veces uno cambia de opinión cuando escucha los argumentos del contrario. Y establece contra pesos, evitando el autoritarismo. Eso desaparece.
-¿Hay riesgo de una autocracia legal?
-Puedes tener un presidente que decida reelegirse cambiando el sistema electoral, por simple mayoría en el Congreso de diputados.
-¿Tienes el voto decidido por el rechazo?
-Esto es un tema personal, entiendo que mucha gente dice que hay que esperar que el texto esté terminado. No. Pero si el texto va a tener 500 artículos, cinco veces más que la constitución alemana y tres o cuatro veces que la actual constitución, que tampoco es la del 80, como se dice, sino que fue ampliamente reformada por Lagos y otros presidentes desde los 90. Hay una falacia, no es escrita por cuatro generales. Es una estrategia de campaña basada en engañar a la gente.
-Entonces, votas rechazo. ¿Es complejo reconocerlo en la centroizquierda?
-Voy a votar rechazo. Va a ser un franco retroceso para Chile. Hay mucha gente como yo de centroizquierda, que tiene temor. Me dicen: no puedo cruzar la línea. Pero la política requiere coraje. El no cruzar la línea puede significar una constitución que va a ser mala para Chile. No es mejor de lo que existe y no nos permitirá avanzar.
A la centroizquierda le falta coraje para votar Rechazo. Se requiere liderazgo. El discurso privado es decepción: “no me gusta, pero no me atrevo, porque no puedo pasar a ser un derechista”. Y no es así. Es un deber. Una responsabilidad frente a las generaciones venideras.
-¿No vas a esperar al texto final?
-La comisión de Armonización no puede cambiar el contenido. Ya conozco suficiente. Y el resto es un juego de máscaras.
-El gobierno de Boric bajó muy rápido en las encuestas. ¿Cuáles son las causas, a tu juicio?
-Han pecado de inexpertos. Esta lógica de que nosotros sabemos todos, la nación chilena empezó con nosotros, este fundamentalismo se transformó en un bumerán. Dijeron no a los pitutos, y han llenado de pitutos todos los cargos y las embajadas. También fue un error poner muchas personas en cargos que no tienen la capacidad, la trayectoria. Al principio aparecía muy poco Boric, y ahora ha tenido que salir a salvar la estantería. Eso, además de cosas incoherentes, como no ser capaces de decir de forma categórica, que la violencia nunca va a a ser una forma de acción política. No es coherente estar planteando el indulto y al mismo tiempo un acuerdo por seguridad.