"El hombre que mató a Don Quijote": cómo se logró terminar la película "más maldita" de Cannes
Descrita inicialmente como la novela "imposible de filmar", no tardó mucho en convertirse en uno de los proyectos cinematográficos "más malditos" y, finalmente, en un famoso ejemplo del "infierno de producción" en que puede encontrarse atrapada una película.
Después de 20 años y ocho intentos, enfrentando desastres naturales, cambio de protagonistas, problemas de financiación y demandas legales, el proyecto del cineasta británico estadounidense Terry Gilliam, "El hombre que mató a Don Quijote" por fin se realizó.
Basada libremente en la novela de Miguel de Cervantes, la película cerrará el Festival de Cine de Cannes, en Francia, este 19 de mayo. Pero inclusive ese evento estuvo hasta hace poco en entredicho.
De sueño a pesadilla
Gilliam, reconocido como el genio gráfico del grupo cómico británico Monty Python -quien luego realizó filmes con tonos surrealistas como "Bandidos del tiempo", "Brasil", "12 monos" y "El imaginario mundo del Doctor Parnassus"- no es ningún extraño a los conflictos de la industria cinematográfica y de nadar contra la corriente.
Pero su "quijotesco" sueño de adaptar el épico clásico de la literatura española no pudo haberse convertido en una pesadilla más grande.
El guión de "El hombre que mató a Don Quijote" era ambicioso. Planteaba a un ejecutivo moderno, interpretado en ese entonces por la estrella estadounidense Johnny Depp, que es transportado al siglo XVII y confundido por Don Quijote como Sancho Panza.
Desde los inicios de preproducción, en 1998, a la película le auguraban malos tiempos y a Gilliam le tomaron dos años para conseguir financiación.
Cuando se inició el rodaje en España, en septiembre de 2000, empezaron los verdaderos problemas.
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El veterano actor francés Jean Rochefort, en el papel del Quijote, quedó paralizado de dolor con una infección de próstata que contrajo en los primeros días de rodaje.
La locación tampoco fue la ideal, pues quedaba cerca de una base militar de la OTAN de donde las constantes salidas y aterrizajes de aviones de combate interferían con la filmación.
El segundo día de producción, un deslave destruyó el set y, como si fuera poco, Rochefort tuvo que ser llevado por helicóptero a un hospital para una operación de emergencia.
Documental de un desastre
Postergar la filmación no era una opción, pues Johnny Depp tenía otros compromisos que lo obligaron retirarse del proyecto, como también lo hicieron los financiadores.
La producción fue desmantelada y la compañía de seguros que respaldaba el proyecto tomó posesión del libreto a manera de garantía colateral.
Sin embargo, ninguno de estos desastres pudieron disuadir al aguerrido Gilliam de su sueño imposible.
En 2002, lanzó un documental de la desastrosa producción titulado "Perdidos en La Mancha", barajó varios actores para los papeles principales -entre ellos a Ewan McGregor, Michael Duval y John Hurt- y buscó nueva financiación.
Casi no pasaba un año en que no se mencionara el reinicio de la filmación de la "maldita" película, solo para verse empantanada otra vez.
Un último intento
Finalmente, en 2016, cuando se celebraba el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, Terry Gilliam declaró que estaba resucitando el proyecto con la asistencia del productor portugués Paulo Branco.
"Quiero quitarme este film de encima", declaró entonces a los periodistas reunidos en Cannes, rechazando la noción de que la película era de mal augurio.
Pero ese intento también fracasó por una disputa con Branco sobre salarios y financiación.
No obstante, en un octavo y final intento, se logró rodar con un elenco estelar de Jonathan Price y Adam Driver, como Quijote y Sancho Panza, y el rescate financiero de Amazon.
La producción terminó en junio de 2017 y su estreno está programado como la película que cerrará el Festival de Cannes, el 19 de mayo de 2018.
Esta proyección, sin embargo, también fue demandada por Paulo Branco que alega ser dueño de los derechos de "El hombre que mató a Don Quijote".
Fue otro molino de viento al que tuvo que enfrentarse Terry Gilliam pero, esta vez, contó con fortuna y el apoyo de los organizadores del Festival de Cannes que, finalmente, dieron luz verde a la proyección de su largamente esperada obra en las pantallas internacionales.