Cómo manejo mis ataques de pánico
Los ataques de pánico y la ansiedad afectan a millones de personas. Los síntomas incluyen a veces pensamientos violentos y perturbadores, como refleja mi descripción de mis experiencias.
La primera vez que pensé en empujar a un niño frente a un tren, aparté ese pensamiento de mi mente. Lo interpreté como un lapsus mental ocasional. No hay problema, pensé.
Para cuando tuve otro pensamiento parecido por enésima vez en dos semanas, empecé a pensar en suicidarme.
¿Me estaba convirtiendo en un asesino en serie?
No.
¿Estaba experimentando un efecto secundario normal de un problema de salud mental ampliamente diagnosticado?
Sí, obviamente.
Esos pensamientos intrusivos, ideas que nunca tendrías normalmente, por lo general oscuras, violentas y perturbadoras, son sólo una de las formas en las que un cerebro asediado por Trastorno de Ansiedad Generalizada puede malograr tu vida.
En términos sencillos, un ataque de pánico es cuando tu cerebro decide: "sentirse normal está bien, pero ¿sabes qué es mejor? ¡Vivir bajo una constante amenaza de peligro!".
Entonces desencadena la respuesta de lucha o huida y envía una carga de adrenalina a tu corazón.
En mi caso, eso se traducía en pensamientos intrusivos, una idea involuntaria construida de manera que sea el acto más aberrante o embarazoso que pudiera concebir.
Eso daba lugar a un aumento del ritmo cardíaco, sobrecalentamiento, pensamiento acelerado y la sensación de que me iba a orinar. ¡No es lo mejor que te puede pasar cuando estás en el metro o en una reunión en la oficina!
Pero ahora, tras dos años de atención concentrada, medicinas y, finalmente, terapia, tengo algunos consejos para compartir.
Son sobre la manera en la que lidio con mis ataques, aunque, por supuesto, todo el mundo es diferente.
Pero ojalá te ayuden si alguna vez enfrentas un ataque de pánico.
Sobrellévalo
La ansiedad se alimenta de miedo, y te puede llevar a hacer cosas estúpidas para tratar de sentirte seguro.
A veces, hiperventilas, otras, te sales intempestivamente de una reunión y corres a encerrarte en el baño por media hora. Esos son los llamados comportamientos de seguridad.
¿El truco? Trata de no hacerlo. ¿Cómo vas a saber que puedes sobrevivir lo que te está causando miedo si no lo enfrentas?
Los ataques de pánico son aterradores; te hunden en un agujero negro de autoenfoque, aislándote de lo que está sucediendo a tu alrededor, lo que te entierra aún más en el ataque.
¡Respira!
Retorna a la situación en la que estás. Ponte a observar lo que hacen quienes están a tu alrededor, la ropa que tienen puesta, etc. Recita sus nombres (o invéntatelos si estás con extraños), o recuerda (o crea) historias divertidas que te contaron.
Oblígate a salirte de tu mente y del pánico: no es tu dueño y vas a sobrevivir.
Esfuérzate
La ansiedad quiere que dejes de hacer todo lo que te fascina.
Es como un novio posesivo: te quiere a ti (y tus increíbles talentos y personalidad) todo para sí mismo.
Te dice: "No puedes tomar ese tren, ir a esa reunión o ver a tus amigos en el club".
Así como una pareja terrible, te empuja y extrae de ti sin cesar hasta que ya no puedes ni recordar quién demonios eras antes de conocerla.
La próxima vez que estés a punto de entrar en una situación estresante, fíjate en qué es lo que te da miedo.
Uno de los principales detonantes de los ataques de pánico es el miedo de tener un ataque de pánico.
Piensa a qué le temes específicamente en esa situación, anota todas las cosas que podrían salir mal, y luego sigue adelante con tu plan.
Móntate en ese tren, asiste a y participa en esa reunión, baila con tus amigos, y luego toma nota de lo que realmente ocurrió.
Compara los antes y después de las notas. ¿Te orinaste? ¿Actuaste estúpidamente? ¿Tus amigos te odian? Probablemente nada de eso ocurrió.
Sigue haciéndolo. Oblígate a ir más lejos.
Si sientes que sin un vaso de agua no podrás aguantar un posible sobrecalentamiento, no lo tengas al lado: sobrevivirás. Si eres de los que escucha música en el tren para no pensar en la masa de gente que te rodea, desconéctate, préstale atención a todos y cada uno de ellos.
Dile a tu pánico que no te posee y que vas a hacer lo que tú quieras.
Encuentra una red de apoyo
Una de las peores cosas acerca de cualquier problema de salud mental es que puede hacer que te sientas completamente solo.
El mío me hizo sentir como un bicho raro. Pensé que no podía decirle a nadie lo que estaba pasando en mi cabeza pues me despedirían o me encerrarían.
¿Mi reacción?
Me retraje por completo, evitando situaciones y, por ende, amigos, de manera que la única constante con la que me quedé en mi vida fue... ¡mi ansiedad!
Lo que realmente ayuda es tantear el terreno con tus amigos y familiares. Lo más probable es que alguien (tal vez todos) que conozcas tendrá algo de experiencia con ataques de pánico y te dé un apoyo increíble.
El régimen de aislamiento y mantener tus sentimientos en secreto son las sogas con los que la ansiedad te estrangula. Fúgate. Habla sobre lo que te está pasando. Habla de tu dolor.
Y consulta a tu doctor, quien puede aconsejarte sobre las opciones de ayuda profesional que tienes a tu disposición.
Lo más importante es que sepas que puedes sobrevivir. Puedes vivir con tu ansiedad. Puede encontrar trucos que te ayuden a ser la mejor versión de ti posible, a pesar de (y debido a) tu pánico.
Manda al diablo a tu pánico; no dejes que el pánico te mande al diablo a ti.