Empresa de un ex jefe de la KGB queda encargada de la seguridad de las embajadas de E.E.U.U. y Rusia
La desconfianza se ha reavivado.
Las denuncias sobre la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 han marcado durante el último año las relaciones entre Washington y Moscú.
Los gobiernos de ambos países han aprobado sanciones recíprocas que han implicado, entre otras cosas el cierre de sedes diplomáticas y la expulsión de centenares de funcionarios.
La idea del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de establecer buenas relaciones con su contraparte ruso, Vladimir Putin, no se ha materializado.
Pese a ello, el Departamento de Estado de Estados Unidos acaba de poner en manos de una empresa rusa la seguridad de su embajada y de su personal en Moscú, así como de sus consulados en San Petersburgo, Vladivostok y Ekaterimburgo.
Pero no se trata de una empresa de seguridad cualquiera. Elite Security Holdings, la compañía a la que fue asignado el contrato, fue fundada por Víktor Budanov, un exalto jerarca del espionaje soviético, que en el pasado trabajó con Putin.
Peligroso y sombrío
Budanov fue uno de los jefes más temidos del antiguo servicio de espionaje de la Unión Soviética, KGB.
Durante muchos años estuvo a cargo del llamado Directorio K, un servicio de contrainteligencia encargado de apoyar las operaciones en países extranjeros, garantizando la seguridad, verificando la veracidad de la información obtenida por los espías soviéticos y cuidando que estos no se pasaran al enemigo.
El conocido desertor soviético Oleg Gordievsky, el espía soviético de mayor jerarquía en desertar en Reino Unido, calificó a Budanov como el hombre más sombrío y peligroso de la KGB.
Según el diario ruso Kommersant, Budanov trabajó en la inteligencia soviética desde 1966 hasta 1992. Se labró camino desde abajo hasta alcanzar el rango de mayor general.
Gran parte de sus últimos años de servicio, entre 1987 y 1991, trabajó desde la oficina principal de la KGB en la República Democrática Alemana, donde -según comentó en una entrevista con Altapress.ru- uno de sus subordinados era precisamente Vladimir Putin.
Tras su salida del servicio público, Budanov se dedicó a la consultoría en seguridad.
En 1992 estableció la empresa International Risk and Information Services (IRIS), creada inicialmente como un negocio compartido con otros ex empleados de los servicios secretos rusos, pero también estadounidenses.
En 1999, el diario The New York Times informó sobre una asociación de este tipo entre Budanov y Gerard P. Burke, un exsubdirector de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, con quien trabajaba en Parvus International, una compañía dedicada a la inteligencia en el sector empresarial.
Dos años antes, el exjerarca de la KGB había creado Elite Security Holdings, empresa que -según Kommersant- en la actualidad es gestionada por su hijo, Dmitry Budanov.
Pero, ¿cómo llegó Estados Unidos a poner la seguridad de sus sedes diplomáticas en Rusia en manos de la empresa de Budanov?
Contrato directo
El contrato con Elite Security Holdings fue asignado directamente por las autoridades estadounidenses por un plazo de un año y a un costo de US$2,8 millones.
Este procedimiento, según explicó en un documento el Departamento de Estado, fue consecuencia de la decisión del gobierno de Putin de ordenar el pasado 31 de julio la expulsión de 755 funcionarios de las sedes diplomáticas de Estados Unidos en Rusia.
La reducción de personal debía ser ejecutada antes del 1 de septiembre de 2017, es decir, un mes después del anuncio de la sanción.
De acuerdo con el documento, la medida afectaba también al personal de seguridad.
Según el Departamento de Estado, la firma contratada será responsable de garantizar la seguridad en las misiones diplomáticas, evitar accesos no autorizados, proteger la vida de las personas, mantener el orden y evitar cualquier ataque contra los empleados, sus familiares, así como contra los bienes del gobierno de EE.UU.
Las autoridades estadounidenses afirman que ante la urgencia contactaron con más de tres compañías de seguridad privada de EE.UU., pero ninguna contaba ni con "los permisos o el deseo" de trabajar en Rusia.
Entonces, buscaron entre las empresas rusas y descubrieron que la única compañía que contaba con autorización y operaba en las cuatro ciudades donde están las sedes diplomáticas estadounidenses era Elite Security Holding, la empresa del exjefe de Vladimir Putin.