Ha llegado el momento más importante para la escena política china en cinco años.
Esta semana, el Partido Comunista chino (PCCh), la formación que gobierna en solitario el país desde 1949, renueva su cúpula y seguramente su Constitución.
Se trata de una fecha clave que marca la mitad del mandato del presidente Xi Jinping y de la que se espera que salga reforzado.
En el gigante asiático, donde no existe el sufragio universal, el PCCh y el gobierno son sinónimos. Y lo que ocurra en este congreso de la formación, el XIX, marcará los próximos cinco años en la potencia asiática.
¿Qué pasa en este congreso?
La cita comienza el miércoles día 18 y suele durar una semana, aunque se desconoce de momento la fecha exacta en la que terminará.
Durante esos días, más de 2.000 delegados de todas partes del país se reúnen en el Gran Palacio del Pueblo de Beijing, la imponente sede del Parlamento chino ubicada en el corazón de la capital, en la plaza de Tiananmen.
A puerta cerrada y en el más absoluto secretismo, los miles de delegados llegados a la urbe votarán a los miembros del Comité Central, formado actualmente por 205 personas y 171 suplentes. Entre ellos, saldrán posteriormente los elegidos para entrar en el Politburó (ahora compuesto por 24 miembros) y, finalmente, el Comité Permanente.
Se trata del órgano ubicado en la cúspide de la pirámide de poder del PCCh: actualmente sólo está formado por siete hombres, los más poderosos de China, aunque en el pasado su número ha variado (en la anterior generación de líderes, estuvo formado por nueve).
A la cabeza de este exclusivo club está el secretario general del PCCh y actual presidente de China, Xi Jinping, seguido por el primer ministro Li Keqiang, y los otros cinco hombres fuertes de la formación y el gobierno, entre ellos, el responsable de la comisión anticorrupción, Wang Qishan.
En esta ocasión, esa cúpula no se cambiará al completo: salvo sorpresa mayor, el presidente Xi permanecerá en su puesto junto al primer ministro otros cinco años más, en teoría los últimos de su mandato.
No obstante, y según una norma no escrita del PCCh, el resto deberán jubilarse por haber superado los 70 años de edad.
A pesar de que se producirá una votación, la elección de los nuevos miembros -sobre todo, el Permanente- ya se han tomado de antemano.
Claves de la reunión
En este importante cónclave hay varios elementos a los que estar atentos para tener una idea de lo que esperar los próximos años.
Primero, la presentación de los nuevos integrantes del Comité Permanente, que se realizará el día posterior a la clausura. Entre los miembros del todopoderoso organismo, podría estar el próximo presidente de China, como ocurrió en el caso del actual mandatario cinco años antes de que tomara las riendas del país.
Segundo, el discurso que el actual presidente dará el día de la apertura. Se espera que Xi haga un repaso a la primera parte de su mandato, que ha estado marcada por la ascensión de China en el mundo, la desaceleración de la segunda economía mundial o los graves recortes de libertades.
También es de esperar que deje entrever la dirección que tomará el país en la segunda mitad de su presidencia.
Por último, las posibles enmiendas que se hagan a la constitución de la formación para dar un papel más destacado a Xi y situarlo a la altura de históricos líderes como Mao Zedong o Deng Xiaoping, en línea con el culto a la personalidad que ha promovido su gobierno desde 2012.
Analistas creen que, tras el congreso, Xi saldrá aún más reforzado como uno de los dirigentes con más poder en el país en décadas.
Consecuencias globales
Los resultados de este encuentro tendrán sus consecuencias en el resto del mundo.
En general, los expertos creen que China continuará la ruta trazada por Xi, aumentando su influencia en el ámbito internacional como alternativa a Estados Unidos.
La China que Xi heredó estaba lista para "una visión de sí misma más asertiva y él (Xi Jinping) la proveyó", analiza la editora del servicio chino de la BBC Carrie Gracie.
Se espera que continúe haciéndolo, explotando la retirada de Washington en múltiples áreas bajo la administración de Donald Trump: la última de ellas, la salida de Estados Unidos de la Unesco.
A pesar de la entrada de nuevos actores en el Ejecutivo, tampoco se pronostican grandes cambios en la actitud de Beijing respecto a conflictos como el de Corea del Norte.
"El liderazgo chino sigue sin estar convencido de que Corea del Norte sea un problema que tienen que resolver ellos y el XIX Congreso del Partido no cambiará" esa visión, opina Paul Haenle, director del centro de estudios de política internacional Carnegie-Tsinghua.
Lo único que puede variar su postura es un error de cálculo Pyongyang: que, en su carrera armamentística, amenace directamente los intereses nacionales de China, la "única línea roja" de Beijing, asevera Haenle.
En el plano económico, los analistas se muestran algo más optimistas y aseguran que, una vez que la nueva cúpula se asiente, el PC chino podría acelerar las reformas que la comunidad internacional le lleva pidiendo desde hace años y que siguen generando fricciones.