Neil Armstrong es una de las personas más famosas de la historia de la humanidad.
Cuando regresó de la Luna, fue saludado por reyes y reinas, presidentes y primeros ministros. Era como una mezcla del superhéroe Capitán de América y el personaje James Kirk de Star Trek, con un toque del presidente John F. Kennedy.
Tenía al mundo a sus pies pero, en vez de aprovechar su estatus de celebridad, se retiró de la vida pública.
Así surgió la idea de que era un hombre solitario.
Quizás la experiencia de la misión Apolo 11 lo había dejado traumatizado de alguna manera, porque la vida en la Tierra parecía un anticlímax después de estar en la Luna, se dijo una y otra vez.
Él no disfrutaba de dar entrevistas, por lo que su silencio dio espacio para que tales rumores crecieran y volvieran en cada aniversario redondo del primer alunizaje.
La gente sabía poco de este enigmático hombre. Pero ahora, 50 años después de pisar la Luna y 7 años después de su muerte, el verdadero Neil está empezando a darse a conocer.
Primer encuentro
En 1994 me convertí en uno de los pocos periodistas que tuvieron la suerte de conocer a Neil y me pareció la persona más cuerda que haya conocido.
En ese entonces yo era un joven reportero que trabajaba para BBC Look East. Él recibía un título honorífico de la Universidad de Cranfield, Inglaterra, y me invitaron a entrevistarlo.
Yo estaba nervioso y deslumbrado. Él era sonriente y amable. El primer hombre en poner un pie en la Luna me tranquilizó y respondió a mis preguntas con detenimiento.
Incluso percibió mi dolor cuando confesé haberme sentido decepcionado por la cancelación del Programa Apolo, arruinando mi sueño infantil de un día viajar al espacio.
Le pregunté: "¿Qué pasó con el sueño de Armstrong?".
"El sueño sigue ahí", respondió, guiñándome un ojo. "La realidad puede haberse desvanecido pero, llegado el momento, volverá".
Lejos de ser declaraciones para un periodista, su respuesta fue un acto de bondad para despertar el espíritu optimista de un joven amante de la exploración espacial.
Segundo encuentro
Lo volví a ver 16 años después, en 2010.
Él estaba en Reino Unido con otros dos astronautas del Programa Apolo, Gene Cernan y Jim Lovell, quienes estaban realizando una gira mundial para conmemorar el 40° aniversario del alunizaje.
Fuimos invitados a entrevistarlos en un humilde hotel cerca del aeropuerto de Heathrow, en Londres, bajo estrictas condiciones de confidencialidad.
Los astronautas estaban registrados bajo nombres falsos y, cuando el personal del hotel preguntó de qué se trataba la entrevista, dije que era sobre golf, algo que parecía plausible dado el atuendo de los tres.
Le recordé a Armstrong que nos habíamos conocido hace mucho tiempo. Para mi sorpresa, me dio esa cálida y tranquilizadora sonrisa, y aseguró que recordaba ese día, del cual habló con cariño.
Conversamos sobre su gira comiendo un sándwich, pero rechazó la solicitud de realizar otra entrevista, diciendo que no quería quitarle protagonismo a sus compañeros astronautas.
Esta visión está emergiendo tras el documental "Armstrong", dirigido por David Fairhead y narraciones de Harrison Ford, el cual fue lanzado en el marco del 50° aniversario de la hazaña del Apolo 11.
"Esto nunca envejece"
El hijo más pequeño de Neil, Mark, y la hija de éste, Kali, ambos músicos, hablaron con la BBC sobre el documental.
En ese contexto, les mostramos videos de los momentos más destacados de la misión Apolo 11 para ponerlos en ambiente.
Al ver las imágenes, Kali se sorprendió de cómo su padre, de 56 años, se parecía a su abuelo, que entonces tenía 39.
Ambos sonreían, incapaces de contener su alegría por lo que, obviamente, sentían como una enorme fortuna del destino.
De hecho, aunque se trata de una historia que Mark y Kali conocen al dedillo, estaban hipnotizados por las imágenes. "Esto nunca envejece", dijo él.
Padre e hija vieron maravillados a Neil bajar del módulo lunar Águila y pronunciar las palabras que por siempre resonarán en la historia: "Esto es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad".
"¡Buen trabajo, abuelito!", susurró Kali, con la respiración entrecortada y los ojos llenos de emoción, como si lo estuviera viendo en vivo.
Mark me dijo que la idea de su padre como un hombre solitario era equivocada: "Creo que mi padre fue retratado de forma errónea por los medios".
Y agregó: "Era pensativo, tenía un gran sentido del humor y era buen músico. ¡A veces iba caminando por el pasillo y comenzaba con una canción de Oklahoma!", haciendo referencia al musical de Broadway de los años 40.
Como padre, continuó, "no era de esos que te dicen todo el tiempo qué hacer": "Era más como un profesor que te mostraba diferentes opciones y te instaba a pensar cuidadosamente y elegir la correcta, tal como él hizo a lo largo de toda su vida".
Para Kali, Neil era simplemente "abuelito", alguien que no hablaba mucho sobre su aterrizaje en la Luna.
Pero una vez le dijo que el mayor impacto que le había dejado la misión era ver cómo la Tierra se elevaba desde la superficie lunar: "La veía desde el espacio como un recurso frágil, con la esperanza de que la gente se preocupara por ella".
El verdadero Neil
También entrevisté al hijo mayor de Neil, Rick, mientras visitaba Reino Unido por las celebraciones del alunizaje.
Rick, quien hoy en día es ingeniero de software, contó que le encantó tenerlo como padre, pero que a veces las expectativas de su leyenda eran difíciles de cumplir.
"Existe una expectativa", me dijo. "Todo el mundo espera ser juzgado por sus propios méritos y ser hijo de alguien famoso puede anular eso".
"Me hubiese gustado ser astronauta, pero quizás no lo hice porque no quería enfrentar la comparación", agregó.
Le pregunté cuál creía que era el legado de Neil y me respondió: "Cuando pienso en su legado, no pienso en papá. Pienso en el Programa Apolo y un equipo de miles de personas comprometidas con un objetivo, que lograron cosas asombrosas".
Por otro lado, "está cómo inspiró a la gente", dijo: "Muchas personas se han acercado a mí y me han dicho que se convirtieron en científicos, ingenieros, médicos o lo que sea porque se inspiraron en lo que sucedió en los años 60. Es imposible calcular el valor que tiene eso".
En cierto sentido, todos los que presenciamos la llegada a la Luna somos hijos de Neil.
Fue un momento que vieron millones de personas alrededor del mundo, que elevó nuestros espíritus y nos mostró que cada uno, a nuestra manera, podíamos llegar a la Luna.
Para muchos, la experiencia nos mostró que todo era posible y nos impulsó a dar lo máximo en nuestras vidas.
Para mí, la parte más heroica de la historia de Neil es que, habiendo tenido un rol tan importante en esa increíble transformación cultural de la humanidad, tuvo la humildad de alejarse y ser el hombre que realmente era: el profesor, el músico, el padre, el ingeniero.
Ese era el verdadero Neil Armstrong.