Hace aproximadamente 10 años que nuestro país sufre periodos de sequías prolongadas, los cuales afectan directamente la biodiversidad, modificando ecosistemas.
Esta realidad no ha sido fácil de sobrellevar para 60 especies que han visto mermado su hábitat, su alimento, han debido migrar hacia otros sitios y además, han disminuido su población.
A ello se suma, que el escenario perjudica la productividad del país. En el Río Loa (Región de Tarapacá) y en el Limarí (IV Región), por ejemplo, la extracción de camarones y venta de esta especie, ha disminuido. Ocurre que el camarón de río del norte, es un tipo de crustáceo cuya población, se vio afectada por la falta de lluvias, según informaron a T13.Cl, desde el Ministerio del Medio Ambiente (MMA).
La lista del gobierno, revela que también el Bagrecito, el Flamenco Andino, el Pato Negro, el Picaflor de Arica, el Sapo de Danko y el Pejerrey chileno, se están viendo amenazados por la baja de precipitaciones, en medio de cambios climáticos y otros factores atmosféricos.
La ruptura de cadenas tróficas
Cuando un animal disminuye su población o migra, ello altera radicalmente las cadenas tróficas o alimentarias en la zona donde originalmente habita.
La Jefa de División de Recursos Naturales y Biodiversidad del MMA, Alejandra Figueroa, explicó a T13.Cl, que los peces y otras especies acuáticas, son los primeros en sufrir las consecuencias tras una sequías prolongada.
“Esto comienza a afectar entonces, a las aves que se alimentan de ellos y algunos otros animales terrestres como el Huillín, animal que vive cerca de cauces dulces, el cual se alimenta de peces, crustáceos y otras especies acuáticas”, explicó.
Se debe considerar para este análisis, que las aves son reconocidas por tener una gran capacidad migratoria, por ende, si el alimento disminuye para ellas, se retiran de la zona donde habitan. El problema, es que las especies terrestres no tienen esa misma capacidad, tampoco los seres acuáticos que antes de alcanzar a migrar, ven menguada su población.
“Lo que ocurre con las aves, es que producto de estos eventos, ellas desorientan sus migraciones y se genera un nuevo conflicto”, añadió la experta.
Medidas de mitigación
Desde el MMA, se han tomado acciones que apuntan a la recuperación de ecosistemas y especies amenazadas que puedan ser intervenidas.
El ministerio trabaja en conjunto además con actores regionales y locales, considerando que la población mantiene un contacto cercano con la mayoría de estos seres, ya sea por actividades económicas en torno a ellos, como por el desarrollo de poblaciones en sectores donde habitan y son impactadas tanto por la contaminación, como por la sequía u otros cambios climáticos.
“El diseño de un monitoreo de la biodiversidad, nos permite planificar de manera detallada el comportamiento de la flora, fauna y de los ecosistemas en este proceso, tanto biológicamente, como de las temperaturas de las zonas donde habitan. Los factores cambian y necesitamos adaptarnos”, aclaró Alejandra Figueroa.
Por otro lado, el MMA creó un Plan Nacional de adaptación al Cambio Climático, que busca convertirse en un elemento articulador de políticas públicas.