Por Karyn NISHIMURA-POUPEE (AFP)
La central nuclear de Fukushima ya no se considera como un polvorín, pero el problema del agua contaminada sigue vigente y no se sabe cómo sanear las instalaciones. Cuatro años después del drama, ésta es la situación en Fukushima.
-Reactores 1 a 3: esas tres unidades, cuyos núcleos se fundieron durante el accidente, se siguen refrigerando permanentemente y sus alrededores se limpian para reducir las radiaciones. Los equipos de la compañía Tokyo Electric Power (Tepco) y centenares de empresas subcontratadas realizan análisis frecuentes y mejoran, en la medida de lo posible, los equipos instalados para mantener la corriente de agua.
Las piscinas de desactivación de esos reactores se mantienen entre los 10°C y 25ºC.
Sin embargo, no se han conseguido avances en la mayor tarea pendiente: la localización y la recuperación de los "restos", esto es, el combustible fundido que pudo atravesar la estructura de confinamiento de esos tres reactores.
-Reactor 4: su núcleo no se fundió, ya que estaba vacío cuando se produjo el tsunami. Su piscina de desactivación representaba, no obstante, un importante peligro que se solucionó con la retirada, completada en diciembre, de las 1.533 unidades de combustible que contenía.
El inicio de la retirada de combustible residual en las otras piscinas se llevará a cabo entre este año y finales de 2017.
El problema del agua contaminada
Unos 615.000 metros cúbicos de agua están almacenados en más de 1.100 contenedores y cisternas de distintos tipos, y hay 65.000 metros cúbicos en las construcciones y zanjas situadas bajo la central.
Una parte del agua ha sido limpiada de la mayoría de elementos radiactivos, pero no se puede devolver a la naturaleza en su estado actual. Quizás sea necesario liberar el agua al mar, aunque siga conteniendo tritio, dado que, a largo plazo, es imposible conservarla en estas condiciones. Además, el volumen almacenado no para de aumentar, aunque se estableció un desvío río arriba para reducir la cantidad de líquido contaminado.
Tepco debe vigilar constantemente las instalaciones, ya que se siguen produciendo fugas radiactivas que provocan frecuentes llamadas de atención de las autoridades.
Por otra parte, la construcción de un muro de hielo subterráneo para bloquear el flujo de agua que discurre desde la central hasta el océano se ha retrasado y debería necesitar años de trabajo, con resultados inciertos.
Las autoridades japonesas aseguran, no obstante, que "apenas hay radiactividad fuera del puerto de la central".
El personal
Mantener al personal competente durante años en la central plantea una serie de problemas, como el estricto control de su exposición a las radiaciones y la reducción de la vulnerabilidad de las instalaciones ante las catástrofes naturales.
El material que se instaló inmediatamente después del accidente deberá ser sustituido por medios más duraderos y nuevas tecnologías para el desmantelamiento.
Entre 6.000 y 7.000 personas trabajan a diario en condiciones penosas, que mejoraron, sin embargo, en los dos últimos años, gracias a una reducción de la radiactividad ambiente en dos tercios de la central.
Pese a todo, el personal no puede bajar la guardia, como recordó hace unas semanas un accidente mortal en las instalaciones.