Como para desmarcarse de las anteriores tres noches del Festival de Viña, los fanáticos de Marco Antonio Solís se presentan en la Quinta Vergara con sombreros rancheros de diverso brillo, color y tamaño. Un signo que caracteriza a una legión -en su mayoría adultos por sobre los 50 años de edad- que creció bajo las reglas y la música del campo, y que ven en el mexicano un fiel representante de todas sus costumbres.
Sobre el escenario, una banda sobria y certera presenta casi 4 minutos de introducción con un popurrí de la historia musical del "Buki", que apenas entra en escena asemeja a un pastor carismático que se nutre de la energía del público.
Aunque los guiños a su religiosidad no están solo dictados por el blanco riguroso de su vestimenta o su look cercano a la imagen universal de Jesús. también logra acercarse al gospel con el trabajo de sus coristas, muestra su mejor versión vocal en "Dios bendiga nuestro amor" y de manera intermitente regala a sus fans algunas reflexiones de vida como si con ello marcara los tiempos de una misa donde el playlist incluye cumbia, bachata y música tropical. Siempre educado, solemne y familiar.
Tanto como para que, en su sexta parada por el Festival de Viña del Mar, invite a sus hijas Marla y Alison a cantar una versión semi-folk de "Dónde estará mi primavera", en una colaboración que el público aplaudió desde los primeros versos de las promisorias artistas.
Tras varios clásicos del mariachi, una sentida versión de "Si no te hubieras ido" -que emocionó a María Luisa Godoy- y la Gaviota de Plata y Oro, Marco Antonio Solís fue condecorado con las llaves de la ciudad entregadas por la municipalidad. Y para celebrarlo, puso a bailar a la Quinta Vergara al ritmo de "Más que tu amigo". El broche de oro.