La Quinta Vergara más juvenil que nunca como el augurio de la energía desatada en la última jornada del Festival de Viña del Mar 2019. Esa era la apuesta a ganador que presentaba el evento con el debut de Bad Bunny, el artista latino del momento.
22:21 horas, y luego de la presentación de las canciones ganadoras de las competencias Folklórica e Internacional, un vídeo introductorio mostraba algunas imágenes de los máximos exponentes de la música latina en el certamen como Luis Miguel o Juan Luis Guerra. Inmediatamente después, el tercer ojo característico del puertorriqueño en la pantalla central detenía la espera.
En el escenario, ni banda ni pedestales ni otra clase de artilugios. Todo dispuesto sin obstáculos para el paseo constante de Benito Martínez -el nombre detrás del artista-, que arrancó con "Estamos bien", ese himno autobiográfico sobre su vida en Puerto Rico azotado por los desastres naturales, para continuar con una selección de su álbum "X 100PRE" y luego accionar el piloto automático con éxitos de la nueva era de la música con base en las reproducciones digitales.
"Te boté", "Amorfoda", "I like it" o "Si tu novio te deja sola", coreados incesantes por un público que entró a la Quinta Vergara entregado a la fiesta.
Pero por si quedaran dudas del alcance del género, las sorpresivas apariciones de El Alfa y Arcángel -pesos completos del movimiento- convirtieron al Festival de Viña del Mar en el epicentro de un terremoto musical que no tiene fecha de caducidad.
Porque las réplicas se sienten con "MIA" (que en su versión de estudio tiene al rapero Drake cantando en español); y "Ya me acostumbré" o "Soy peor", como un recuerdo reciente de su etapa ligada al trap más crudo y controversial, ese que habla de drogas, sexo y armas, pero que Bad Bunny defendió en conferencia de prensa, asegurando que sus fans solo las repiten para divertirse y no para convertirse en criminales.
La "nueva religión" de la música latina tuvo su multitudinaria misa en la Quinta Vergara. Allí, el "Conejo Malo" es el Mesías, con un grupo de seguidores que se extienden hasta el resto del mundo (este año estará en Coachella de Estados Unidos y en el Lollapalooza de París, Francia). Un show icónico que se recordará de aquí a la eternidad.