Si bien desde 2011 -y hasta este año por lo pronto- Rafael Araneda es el animador oficial del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, antes del marido de Marcela Vacarezza varios fueron los hombres que estuvieron al mando del evento de la Ciudad Jardín, destacando, por el tiempo que estuvieron en el certamen, Ricardo García, César Antonio Santis y Antonio Vodanovic.

El Festival de Viña del Mar tuvo a Ricardo García como su primer gran animador. Él animó sus primeras ocho versiones, desde 1960 hasta 1967. García fue un destacado locutor chileno, promotor cultural, periodista de oficio, empresario discográfico y uno de los principales gestores del movimiento popular artístico de los años 1960 y 1970 de Chile.

Ricardo animó el primer festival junto a Carlos de la Sotta, mientras que los de 1965 y 1966 los hizo en compañía del reconocido hombre de las comunicaciones Raúl Matas

En 1968, es César Antonio Santis quien asume liderar el show musical y en 1971, en tanto, es Alejandro Chávez Pinto, hombre de radio y TV, el que toma la animación masculina del evento, para en 1972, y hasta 1975, volver a las manos de César Antonio Santis.

La última etapa de Santis la hace con otros rostros femeninos y masculinos. De hecho, en 1975 comparte la conducción con Javier Miranda, Juan La Rivera y Gabriel Muñoz.

En 1976 aterriza en la Quinta Vergara el hombre más emblemático del Festival: Antonio Vodanovic, quien junto a una variada compañía femenina estuvo durante 29 años en el espectáculo de la Quinta Región (en 1993 lo apoyaron duplas de co-animadores, destacando Felipe Camiroaga y el actor Bastián Bodenhöfer).

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“Yo aportaba mucha sangre y mucha emoción, y generaba los espacios para hace reír, cantar o llorar, para generar emociones en la gente”, señaló Antonio Vodanovic a T13.cl, a lo que añadió que “dejé de hacer el Festival porque el último año no lo pasé bien, estaba cansado y lo mejor era dejar la historia hasta ahí y darle paso a otros animadores y a otras generaciones”.

Es así como en 2004, el histórico Vodanovic decide abandonar la Quinta Vergara y en 2005, tras la negativa de algunas figuras a sucederlo, como Luis Jara, por ejemplo, se opta por una especie de rostro de transición, llegando a ese escenario el cantante venezolano Ricardo Montaner, quien debió sufrir duras críticas y solo está en el evento un año.

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“Yo vine a tapar un hueco, vine a apagar un incendio, no tenían a quién poner y quien sea que hubiera hecho esa transición, hubiera sido igual de delicado”, declaró el intérprete de “En el último lugar del mundo”, agregando que “yo tengo muy malos recuerdos del trato de la prensa, pero el festival como tal lo recuerdo bien.... la prensa hubiera hecho lo mismo con cualquier otro, especialmente si venía alguien de afuera, porque había como un sentimiento de usurpación”.

El cantante confesó que “lo pasé mal, porque la noche antes salía feliz y satisfecho de lo que había pasado ahí, y al otro día abría el periódico y te estaban descabezando, entonces sentía que no era proporcional, que era desproporcionado prestarle tanta atención a algo que debería ser intrascendente”.

En 2006, la Quinta Vergara se renovó de la mano de Sergio Lagos, quien condujo el certamen por tres años, primero junto a Myriam Hernández, quien ya había estado con Montaner y Vodanovic, y luego con Tonka Tomicic.

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“Fue un privilegio hacer algo así y en el minuto que estaba viviendo, o sea, cómo yo era en esos días... y hay una sensación de gratitud, de decir ´¡qué bueno que lo pude hacer, qué bueno que ocurrió y qué bueno que se me dio la chance!”, manifestó Sergio Lagos a nuestro portal, destacando que “le puse mucho cariño y lo mejor de mí”.

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En 2009, es Felipe Camiroaga el rostro que debuta en estas lides y lo hace estando dos años, en compañía de Soledad Onetto, para desde 2011 tener a Rafael Araneda como el hombre del festival, primero animando con Eva Gómez y actualmente con Carolina de Moras.

El actual animador de Viña pone énfasis en que “hacer el festival ha sido una gran experiencia, la cual me ha llenado de satisfacciones y grandes momentos”, sintetizando que “cada año me lo he tomado como si fuera la primera vez, cada año parto de cero y me hago cargo de las cosas que me han servido de experiencia para hacerlo mejor. Tengo siempre esa sensación, de no confiarse y de que siempre sea como el primero”.

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