Bloomberg
La moda es caprichosa. Lo que está de moda pronto deja de estarlo, pero luego, milagrosamente, vuelve a ser tendencia. No hay mejor prueba de eso que el flamenco: antes era un adorno de mal gusto para el jardín pero ha resucitado como el elemento de diseño del momento.
En poco más de dos años, los flamencos han pasado de las pasarelas de Milán al guardarropa y las paredes de los hípsters urbanos y los pasillos de Nordstrom, IKEA, Crate & Barrel, Target y los grandes almacenes británicos John Lewis. Los flamencos ahora adornan todo, desde vestidos de Givenchy de US$1.495 a cortinas de ducha de US$40. El interés en las búsquedas de Google de la palabra "flamingo" (flamenco en inglés) alcanzó un máximo histórico en mayo.
"Los flamencos son el kale de la moda en este momento", dice Vicki Psarias, fundadora del blog de estilo de vida británico "Honest Mum".
El tránsito del flamenco de lo kitsch a lo cool muestra cómo surgen las tendencias de consumo. Los flamencos anidaron en el afortunado centro de un diagrama de Venn de tres tendencias de moda: son de color rosa, son tropicales y casualmente son aves. Una vez allí, crecieron rápidamente, con la ayuda de una dieta constante de publicaciones de celebridades en Instagram, páginas de Pinterest y blogs de moda.
"La capacidad de las redes sociales para lanzar, difundir y reforzar instantáneamente la credibilidad de una tendencia ha acelerado el viejo proceso de desarrollo de tendencias por un factor casi incalculable", dice Ryan Mathews, consultor y futurista. "La trayectoria es la misma, pero el avance es mucho más veloz y accidentado".
El recorrido del flamenco comenzó en 1957, cuando un joven artista gráfico con el apropiado nombre de Donald Featherstone creó un flamenco rosa de plástico para Union Products, que Sears ofreció en su catálogo por US$2,76 el par. Los habitantes de los suburbios los compraron ávidamente como ornamentos para el jardín y pronto fueron "vilipendiados como lo peor del mal gusto", como expresaba un artículo de The New York Times cuando Union Products cerró sus puertas en 2006.
Su mala fama llamó la atención del director de vanguardia John Waters, cuya primera película, "Pink Flamingos" de 1972, tenía como eslogan la frase "Un ejercicio en el mal gusto". Los flamencos durante un breve período fueron una mascota de la cultura gay, pero en general fueron decayendo sin que muchos lo lamentaran cuando Union Products cerró su fábrica de plásticos.
Entonces, en junio de 2014, hubo un renacimiento, gracias al diseñador de moda estadounidense Marc Jacobs, que puso flamencos en toda la colección de primavera de 2015 que incluía una cazadora de satén negro con flamencos bordados. Otras marcas, como Bottega Veneta y Gucci, siguieron su ejemplo y, cuando Prada presentó una fragancia con tema de flamenco en 2015, se encendió una chispa.
Los fashionistas adoptaron al pájaro con entusiasmo -"flamenco" deriva de la palabra "flama” por su color encarnado-. Los famosos luego le pusieron combustible para cohetes: en la fiesta de Taylor Swift para el 4 de julio de 2015, la estrella pop y sus amigas fanáticas de Instagram, como Gigi Hadid, juguetearon con flamencos inflables.
Los minoristas, desesperados por algo seguro ante ventas mediocres, se sumaron a la tendencia ese mismo año. Target decidió presentar flamencos en su nueva marca Pillowfort –sábanas, toallas y otros accesorios para dormitorios infantiles-. Los artículos se vendieron tan bien que el minorista rápidamente llenó los botes de ofertas del frente de la tienda con servilletas del flamenco, guirnaldas de luces y jarras del agua con flamencos. Target ahora ofrece más de 100 productos con flamencos.