Passivhaus es el estándar más exigente en eficiencia energética para las construcciones en el mundo, además de mejorar el estándar de calidad de vida. “Las personas que habitan estas edificaciones tienen necesidades básicas asociadas al metabolismo y respiración, las que se salvaguardan con un sistema que permite ventilar los recintos extrayendo el aire viciado de las zonas húmedas y habitables”, explica Roberto Urzúa, arquitecto de la Universidad de Chile, a la espera de certificación Passive House Designer del Passivhaus Institute en Darmstadt, Alemania.

El arquitecto enfatiza en que no es más que un artefacto muy eficiente, que permite una renovación de aire: “Tiene un alto impacto en la calidad del aire interior previniendo los efectos de los contaminantes intradomiciliarios, reduciendo la concentración de CO2, la que conduce a mejorar calidad del sueño y funciones cognitivas”.

El presidente del Departamento de Medio Ambiente del Colegio Médico, Andrei Tchernitchin, advierte sobre el síntoma de los edificios enfermos: “Como el aire acondicionado residencial tiene un sistema de enfriamiento y a su vez tiene que producir calor hacia afuera se crea un ambiente propicio para que proliferen las bacterias de la neumonía”.

Revela que muchos componentes de los edificios emiten sustancias químicas que provocan consecuencias adversas en el adulto y es muy posible que en los recién nacidos y en las mujeres embarazadas los efectos sean mucho más importantes. “La madera tiene sustancias químicas como la formalina al igual que los libros viejos, a las alfombras le ponen químicos, por lo tanto uno puede esperar que en los edificios haya problemas, la misma cera para los pisos contiene benceno, un material altamente tóxico. El ser humano cada vez está más expuesto a sustancias artificiales que no deberían están cerca”, sentencia el toxicólogo de la Universidad de Chile.

El especialista en salud asegura que es una gran ventaja que Passivhaus tenga un propio “pulmón”, las silenciosas emanaciones de un gas noble que no tiene valencia y no se combina con nada, puede atravesar hasta el vidrio: “Cuando hay radón en el suelo hay uranio, se recomienda que haya ventilación y un flujo de aire para que se disipe. Se produce en el radio profundo de la tierra, tiene vida corta, pero es radioactivo y produce cáncer”. De esta manera el estándar mantendrá un ambiente interior saludable.

Urzúa señala que el estándar es aplicable a cualquier lugar y clima del mundo, ya que a diferencia de la Reglamentación Térmica de nuestro país, que regula la transmitancia térmica máxima de los elementos de la envolvente de una construcción, el estándar establece un tope máximo en la demanda energética de la construcción limitándola a 15 kWh/m² al año (equivale a 1,5 litros de bencina). Esto explica por qué en zonas del país se necesita utilizar mucha energía para calefaccionar, la que se produce con materiales que generan gran contaminación, como leña o carbón.

Tímidamente se está instalando el modelo de eficiencia energética en las construcciones habitacionales en nuestro país. Si bien en el sur de Chile ya es algo conocido, en Santiago la inmobiliaria Urbes, pronto apostará por el primer edificio habitacional PassivHaus en Chile.

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