El año pasado un padre de 41 años dejó ciego a su hijo de cuatro meses en Zaragoza, España. El hombre -en una criminal reacción- zamarreó al bebé porque no paraba de llorar, provocándole ceguera en el ojo derecho y pérdida de visión elevada en el izquierdo, junto con importantes daños neurológicos.

Este caso reavivó en su momento un tema que muchos podrían desconocer: el síndrome del niño sacudido.

Y es que más allá de los casos de violencia, también hay muchas veces en que los padres y madres, como parte de un juego, zamarrean o sacuden al bebé sin conocer las graves consecuencias que esta acción puede ocasionar a nivel neurológico.

Por eso es que cada cierto tiempo sale a la luz un caso grave de un menor afectado. Pero, ¿qué es el síndrome del niño sacudido?

Síndrome del niño sacudido

Chile Crece Contigo, del sistema de promoción y protección social que coordina el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, lo define como “una forma de lesión severa producida por el rebote del cerebro dentro del cráneo del bebé cuando éste es sacudido”. 

“Las lesiones producidas por estas acciones pueden generar daños a nivel cerebral que pueden incluso llegar a causar la muerte del lactante”, advierte.

Y es que la fuerza que se genera en un zamarreo es demasiado grande para lo que puede soportar el cuello de niños y niñas a temprana edad. Esto hace que el cerebro choque con las paredes del cráneo, pudiendo provocar una lesión severa o incluso la muerte.

Así lo ejemplifica también Miguel Assal, agente de emergencias del SAMU en España y técnico en emergencias sanitarias (TES). Conocido por sus publicaciones en redes sociales sobre diversos temas de salud, aseguró en uno de sus videos que un 20% de los bebés fallecen por este acto, mientras que un 80% queda con secuelas irreversibles.

Todo lo que sea menear la cabeza del bebé de forma violenta puede provocar hemorragias graves. Ni aunque esté inconsciente, no lo hagas”, afirmó.

¿A qué signos se debe prestar atención?

Uno de los problemas de este síndrome es que generalmente los niños y niñas no presentan signos externos de daño o lesión. Sin embargo, se pueden observar algunos cambios en la conducta del menor.

  • Aumento de la irritabilidad.
  • Cansancio excesivo, letargo, somnolencia e incluso pérdida del conocimiento.
  • Un pálido tono de la piel, posiblemente con un tinte azulado.
  • Falta de apetito y la negativa a comer o beber.
  • Vómito sin control.
  • Posibles ataques del cuerpo como convulsiones.
  • Hemorragias en los ojos.
  • Alteración del ritmo de la respiración o incluso dejar de respirar.

Es importante que ante la sospecha de que el bebé pudiera haber sido sacudido o zamarreado, sobre todo si presenta alguno de los síntomas mencionados, trasladarlo a un centro de salud para evaluar su situación. Aunque tuviera lesiones que no son tan graves en ese momento, éstas podrían empeorar con el paso del tiempo y una intervención adecuada y oportuna puede significar la prevención de daños neurológicos permanentes e incluso de la muerte.

Si bien en la mayoría de los casos no significa la muerte del bebé, sí en un gran número los menores que han sufrido zamarreos presentan alguna forma de discapacidad permanente en diferentes grados.

Entre los efectos que el síndrome del niño sacudido puede tener a largo plazo se encuentran:

  • Ceguera
  • Parálisis
  • Trastornos del lenguaje
  • Retraso en el desarrollo
  • Trastornos de aprendizaje
  • Dificultades de comprensión
  • Trastornos en la memoria y la atención
  • Parálisis cerebral
  • Estado vegetativo completo

Y recuerda siempre: aunque sea parte de un juego, el zamarreo o sacudida de los niños y niñas pequeños es considerado una forma de maltrato, en la medida que puede generar graves daños para su salud física e incluso su vida, según advierte Chile Crece Contigo.

Por eso el llamado es a erradicar esta práctica, pues a pesar de que a veces sea al jugar y regalonear a los niños y niñas, puede generar daños irreversibles en sus vidas e incluso llevar a la muerte.

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