Estados Unidos no sabe qué hacer con tanto queso.
Una consecuencia inesperada de un conflicto diplomático lejano ha contribuido a que en ese país se acumule un inventario de 540 millones de kilos de queso, el mayor en décadas, sin que nadie sepa bien qué hacer con él.
La razón inmediata viene de las tensiones que surgieron en Europa Oriental en 2014 luego que Estados Unidos y la Unión Europea impusieran sanciones contra Rusia luego de la crisis ucraniana y la anexión de Crimea.
El gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, se vengó imponiendo sanciones contra los productos de la UE.
Y los productores europeos de queso, súbitamente sin uno de sus mercados importantes, volcaron su producción hacia Estados Unidos, contribuyendo a un enorme superávit de queso en ese país.
¿Qué hacer con tanto queso?
Los analistas advierten que cada persona en Estados Unidos tendría que comer1,3 kilos extra de queso este año para terminar con las existencias del producto.
Incluso en una nación que consume en promedio 36 libras del derivado lácteo por habitante cada año, pocos creen que el inventario se reduzca sustancialmente en el corto plazo.
Rusia bloqueó las importaciones de queso europeo, que terminó siendo enviando a Estados Unidos.
Junto con hechos geopolíticos como el conflicto entre Europa y Rusia, la situación se ve acrecentada por circunstancias económicas.
El impacto del dólar
El dólar estadounidense ha estado apreciándose frente a las demás monedas en el último año, lo que ha abaratado sustancialmente las importaciones de ese país.
Los estadounidenses han usado el dólar caro para comprar más alimentos en el exterior, justo cuando estaba empezando a aumentar la producción agrícola local debido a inversiones que se hicieron en años anteriores, cuando la situación del dólar era la inversa.
Con el dólar caro, han aumentado las importaciones de queso a Estados Unidos.
Hace apenas unos años el dólar barato hacía muy competitivas las exportaciones estadounidenses de alimentos, por lo que muchos productores habían invertido generosas sumas para aumentar su producción, previendo un auge de exportaciones.
Hoy los agricultores estadounidenses enfrentan una especie de tormenta perfecta, con sobreproducción interna y crecientes importaciones.
Que como en el caso del queso, están acumulándose en bodegas a lo largo del país.
¿Y si lo regalan?
Impacta también en esta sobreabundancia, el efecto de muchos años en los que el gobierno federal subsidió la producción de leche.
Tanto así, reporta el diario Washington Post en artículo reciente, que el mismo gobierno lleva años incentivando el consumo de queso para buscar que hacer con los excedentes de leche del país.
En el pasado, el gobierno estadounidense regaló queso a los pobres.
Por lo que en años recientes agencias apoyadas por el gobierno en Washington ayudaron a desarrollar productos como las quesadillas dobles vendidas en la cadena Taco Bell o las pizzas con queso extra ofrecido por Pizza Hut, según reporta el diario de la capital estadounidense.
Pero si todo esto no es suficiente para despejar los inventarios, dirán algunos: ¿por qué no lo regalan a los más necesitados?
Esto ya se intentó en el pasado.
Durante la década de 1980, en otro periodo de sobreproducción, era el mismo gobierno el que almacenaba queso en grandes bodegas estatales, buscando así regular el mercado y mantener la estabilidad en los precios.
Se guardaron quesos, maíz y otros alimentos, a veces en cavernas alquiladas por el gobierno, a falta de espacio suficiente en las bodegas. Hasta que tampoco cupo ahí, y los costos logísticos de ese almacenamiento se hacían cada vez más complejos.
Paradójicamente, en esa década durante el muy conservador gobierno deRonald Reagan, cuya filosofía se centraba fuertemente en acabar lo que él veía como una dependencia nociva de los pobres frente a la ayuda estatal, el Tío Sam regaló miles de toneladas de queso a personas pobres dentro y fuera del país, para acabar con esos inventarios.
¿Regalado sale caro?
¿Pasará esto de nuevo?
Enviar el queso a países de menores ingresos podría ser visto como competencia desleal a los productores locales.
Los posibles países receptores de los regalos de alimentos pueden no ver ese escenario con tanto agrado.
Pues si bien la perspectiva de ver llegar comida estadounidense a bajo preciopodría reconfortar a consumidores de pocos ingresos, ciertamente le causaría problemas a los productores de esas posibles naciones receptoras de alimentos.
Posiblemente verían la llegada de productos estadounidenses como competencia desleal.
Y esta vez, por supuesto, la mayoría del queso sobrante está guardado en manos privadas, no por el gobierno estadounidense.
Por lo que las perspectivas apunten a que Estados Unidos siga atesorando esta verdadera montaña de queso.
Y nadie sepa bien qué hacer con ella.