Es conocido que los cielos del Desierto de Atacama permiten una vista única para conocer los mayores misterios del universo. Sin embargo, esta misma cualidad parece tener su tierra.

Es más, es tanto su potencial que un equipo de investigadores vino directamente desde Alemania a estudiar su suelo, más particularmente, las figuras en forma de polígonos que existen sobre este y que corresponden a sedimentos con altos contenidos de sales y nitratos en pleno suelo. ¿La razón para investigarlos? Podrían contener polvo cósmico, material que es esencial en la constante búsqueda de respuestas de los grandes misterios del universo.

“Cada vez que ocurre una supernova (una explosión estelar) se eyecta este material desde el espacio y parte de este material, que es cósmico, llega a nuestra Tierra y se conserva en ciertas partes de nuestro planeta dependiendo de qué tan rápida es la velocidad de sedimentación”, explicó a T13 la geofísica y doctora Bárbara Blanco, parte del equipo de investigación y quien actualmente cursa un puesto de posdoctorado en el Instituto de Geofísica Aplicada de Leibniz en Hannover, Alemania.

“Lugares donde hay baja sedimentación es donde más probablemente uno puede encontrar estos elementos que se pueden asociar con elementos cósmicos. Ahí es porque el Desierto de Atacama es tan importante, porque es uno de los pocos lugares en el mundo que conservan esta baja sedimentación”, agregó la profesional.

En palabras más simples, el equipo analizará las distintas capas de Tierra existentes en estos polígonos, los que fueron formados por las condiciones únicas y extremas del Desierto de Atacama para ver si en su interior existe este polvo cósmico. El posible hallazgo de este material puede revelar, por ejemplo, si en el suelo del desierto chileno hay partículas que son directamente el resultado de una supernova ocurrida hace millones de años o la caída de algún meteorito en el planeta.

Polígonos en el Desierto de Atacama: ¿Similitudes con Marte?

Para intentar acercarse a estas respuestas, el equipo liderado por la doctora Jenny Feige y compuesto por profesionales del Museo de Ciencias Naturales de Berlín, la Universidad de Colonia y el ⁠Instituto Leibniz de Geofísica Aplicada de Hannover, incluyendo estudiantes de la Universidad de Chile, se adentró por dos semanas en una zona cercana a la Cordillera de la Costa en pleno Desierto de Atacama para la toma de muestras en el trabajo de campo. Lo obtenido del suelo de esta zona de la región de Antofagasta ya es analizado en un laboratorio posteriormente en Alemania.

En el trabajo de campo se utilizaron dos técnicas de geofísica para obtener información, siendo una de ellas el georradar: “En simple uno emite un pulso electromagnético y estas ondas bajan al suelo y donde haya diferencias de propiedades físicas, como la permitividad eléctrica, algunos de estos trenes de ondas se va a devolver a la superficie. Eso lo llamamos reflector y la hipótesis que tenemos es que este georradar nos va a poder ayudar a dimensionar la geometría de estos polígonos”, explicó la doctora Blanco, a cargo de esta parte de la investigación.

El segundo método es el transiente electromagnético (TEM), que permitirá completar los datos obtenidos por el georradar, ya que este último puede detectar estructuras geológicas internas de centímetros de diferencia, mientras que el TEM permite encontrarlas hasta los 200 metros de profundidad en algunos casos.

Otra de las motivaciones de los científicos es poder, eventualmente, establecer alguna relación entre estos polígonos en el Desierto de Atacama con las formaciones que se han encontrado en Marte y que son muy similares, debido a que en algún momento en el planeta rojo pudo tener condiciones climáticas similares a la de la Tierra.

“Ya se ha llevado un rover a Marte donde se ha aplicado georradar y ya hay ciertas trazas. Sería muy interesante poder aplicar lo mismo en Chile y poder correlacionarlos y ver qué tan profundo es este relleno sedimentario entre polígonos, porque si hay cierta similitud con Marte sería un buen descubrimiento”, añadió.

Se espera que los primeros resultados oficiales de este trabajo, que se encuentra en etapa de análisis actualmente, estén durante el segundo semestre del año y que sean publicados en revistas científicas a fines de 2024.

La investigación es financiada en gran parte por el proyecto NoShade (Novel perspectives on our Solar System History recorded in the Atacama Desert), que fue otorgado por el Consejo Europeo de Investigación a la Doctora Jenny Feige, investigadora principal del proyecto (ERC funding). Además, la investigación se lleva a cabo mediante la cooperación del Centro de Investigación Colaborativo (CRC-1211) Earth Evolution at the Dry Limit, proyecto financiado por la Fundación de Investigación Alemana (DFG).

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