La vida no ha sido especialmente buena con Christopher Havens. El estadounidense de 40 años ha pasado nueve años en una prisión cerca de Seattle, por asesinato. En su juventud, Havens abandonó la escuela, tomó el camino equivocado, no encontró trabajo, y se volvió adicto a las drogas. Después de cometer un asesinato, fue sentenciado a 25 años de prisión, de los cuales aún debe cumplir 16.
Pero su vida cambió cuando Havens, ya encarcelado, descubrió su pasión por las matemáticas. Se autoenseñó los conceptos básicos de las matemáticas superiores. El aprendizaje no fue fácil: los guardias de la prisión interceptaban los libros de matemáticas que Havens había ordenado por correo. Havens solo recibió los libros después de que aceptara dar lecciones de matemáticas a otros presos.
Después de un tiempo, Havens no se conformó con los conceptos básicos de la alta matemática, por lo que recurrió a un editor. En una breve carta escrita a mano, le solicitó algunas ediciones de "Annals of Mathematics", una revista de renombre en el mundo científico.
Un editor de "Mathematica Science Publisher" envió la carta por correo electrónico a su compañera Marta Cerruti, quien a su vez se la reenvió a su padre, el profesor de matemáticas Umberto Cerruti, de Turín.
Cerruti, escéptico, le respondió al interno de Seattle y primero le asignó una tarea para probar sus habilidades reales. La científica Marta Cerruti describe la historia inusual de Christopher Havens en una contribución para el portal "La conversación".
Matemáticas sin calculadora
Con bolígrafo y papel, el prisionero Havens reflexionó sobre las llamadas fracciones continuas, que ya habían ocupado al antiguo matemático griego Euclides.
Una fracción continua es, para resumirlo, una fracción compleja en la que el denominador tiene nuevamente la forma de una fracción compleja, por lo que esta estructura continúa hacia el infinito.
Así es como las fracciones quedan interconectadas entre sí. Sin embargo, las fracciones continuas no se usan para realizar operaciones, sino que se usan para resolver problemas bajo el principio de aproximación, con el cual uno se acerca gradualmente a un resultado en operaciones aritméticas complejas.
Después de un tiempo, el profesor de Turín recibió la respuesta por correo. Un trozo de papel de 120 centímetros con una larga fórmula. Cerruti primero tuvo que usar la computadora para verificar lo que el preso le había enviado. Al final, Havens había resuelto correctamente el viejo problema matemático.
Cerruti ayudó a Havens a formular la evidencia científicamente y unos meses más tarde, en enero de 2020, los dos publicaron las conclusiones en la revista Journal Research in Number Theory.
Pero el prisionero Havens no solo resolvió un viejo rompecabezas matemático, sino que también pudo interesar a un grupo de compañeros de la cárcel por el mundo de los números. Entre tanto, ha formado un círculo matemático en la prisión.
Oportunamente, Havens celebra el 14 de marzo de cada año (14.3), con 14 compañeros de prisión, el que llaman "el día Pi", basado en la constante matemática Pi: 3.14 …….
Cerruti pudo participar en una de estas celebraciones, bajo las más estrictas medidas de seguridad. El profesor turinés Cerruti quedó impresionado por un prisionero que memorizó los primeros 461 decimales de Pi, escribe Cerruti en un artículo científico con el título"Pi Day Behind Bars - Doing Mathematics in Prison" en la revista Math Horizons.
El preso Havens pretende ocuparse de otros temas matemáticos durante los 16 años restantes de su condena. La ciencia es una forma de pagar su "deuda con la sociedad", según resume Marta Cerruti resume sus conversaciones con Havens. Después de su período en prisión, Havens pretende seguir estudiando matemáticas, de manera oficial.
Quizás la crónica de su vida haya sido filmada por Hollywood para ese entonces. Como es bien sabido, es la vida, y no el cine, la que escribe las mejores historias.