La contaminación lumínica es una de las amenazas más grandes para la vida silvestre, especialmente para las aves, ya que contribuye a la muerte de millones cada año.
Según explican desde la ONU, gobiernos, ciudades, empresas y comunidades de todo el mundo están tomando medidas para hacer frente a este problema que va en aumento, ya que las zonas exteriores iluminadas artificialmente aumentaron un 2,2% al año entre 2012 y 2016, según un estudio citado por la Secretaría de la Convención sobre las Especies Migratorias de Animales Silvestres, un tratado medioambiental de la ONU.
De hecho, en la actualidad se calcula que más del 80% de la población mundial vive bajo un "cielo iluminado", y la cifra se acerca al 99% en Europa y Norteamérica.
¿Por qué la contaminación lumínica contribuye a la muerte de millones de aves cada año?
La luz artificial altera los patrones naturales de luz y oscuridad en los ecosistemas, por ejemplo, puede hacer que las aves cambien sus patrones de migración, sus comportamientos de búsqueda de alimento y su comunicación vocal, provocando desorientación y colisiones. Se ven atraídas por la luz artificial por la noche -sobre todo cuando hay condiciones de poca nubosidad, niebla, lluvia o cuando vuelan a baja altura-, lo que las atrae hacia los peligros de las ciudades.
Las aves se desorientan y, como consecuencia, pueden acabar dando vueltas en zonas iluminadas. Con sus reservas de energía agotadas, corren el riesgo de agotarse, o algo peor.
"Muchas aves que migran de noche, como patos, gansos, chorlitos, correlimos y aves canoras, se ven afectadas por la contaminación lumínica, que provoca desorientación y colisiones con consecuencias fatales", explica Jacques Trouvilliez, secretario ejecutivo del Acuerdo sobre las Aves Acuáticas de África y Eurasia (AEWA), otro tratado de la ONU.
"Las aves marinas, como los petreles y las pardelas, son atraídas por las luces artificiales en tierra y se convierten en presas de ratas y gatos".