Si se les pregunta a los mayores de 40 años qué es lo que más les preocupa de hacerse viejos, la mayoría usualmente responde que es la posibilidad de que les empiece a fallar la memoria.
Yo, al menos, me preocupo porque cada vez me cuesta más recordar nombres.Y porque sin la ayuda de mi teléfono olvidaría muchas de las citas del día.
Se sabe que si uno quiere mantener el cerebro en buena salud es mejor evitar ciertas actividades como fumar, beber en exceso, desarrollar sobrepeso y diabetes Tipo 2.
Pero, ¿qué se puede hacer si uno también quiere ayudarle activamente a mantenerse en buenas condiciones?
Crucigramas, desnudos y caminatas
Con la ayuda de la Universidad de Newcastle el programa de la BBC"Trust me, I'm a doctor" ("Confía en mí, soy médico") reclutó a 30 voluntarios para averiguarlo.
Antes de empezar los experimentos los sometimos a varias pruebas para medir cosas como memoria, capacidad para resolver problemas y velocidad psicomotora general –es decir, tiempo de reacción.
Y a cada uno también se le colocó un monitor para medir cuánto y cuándo se movían.
Los voluntarios luego fueron ubicados aleatoriamente en diferentes grupos y a cada grupo se le pidió practicar una actividad puntual durante las siguientes ocho semanas.
Al primer grupo, por ejemplo, se le pidió caminar a paso rápido –hasta casi quedarse sin aliento– por tres horas a la semana.
La idea es que este tipo de caminata –de hecho, cualquier forma de ejercicio vigoroso– aumenta el flujo de sangre rica en oxígeno hacia el cerebro.
Aunque esta opción no fue particularmente popular con algunos de los participantes, tal vez porque Newcastle tiene calles bastante empinadas.
"Caminar fue la actividad que me gustó menos", confesó Ann.
Al segundo grupo se le pidió que completara rompecabezas, crucigramas y sudokus, también durante tres horas a la semana.
El razonamiento detrás de esto es que el cerebro, como los músculos, se beneficia de retos. Y lo que no se usa, se atrofia.
Mientras, al último grupo se le pidió que observara con mucha atención a un hombre desnudo durante tres horas cada semana.
O, mejor dicho, se le pidió que tomara una clase de arte que conllevaba dibujar a un hombre desnudo, llamado Steve.
Los resultados
Al final de las ocho semanas casi todos los miembros del grupo de caminantes notaron una gran mejoría en su estado general de salud.
Y se maravillaron por lo fácil que les había llegado a resultar subir una colina en particular.
Algunos de los miembros del grupo de los retos mentales, por su parte, habían encontrado crucigramas y sudokus algo difíciles al inicio.
Luego de ocho semanas, sin embargo, estaban enganchados y compartiendo consejos para mejorar.
Pero los más entusiastas, sin duda, eran los asistentes a la clase de arte.
Y aunque a algunos los había atemorizado la idea de asistir a clases una vez a la semana, al final todos comentaron lo mucho que la habían disfrutado.
"Me dio por dibujar compulsivamente todo lo que veía", dijo Simone. "Hasta compré lápices especiales y un libro sobre cómo dibujar", relató.
Pero, ¿quiénes lograron la mejoría más grande en sus capacidades cerebrales?
Para averiguarlo nuestros científicos volvieron a practicar las mismas pruebas cognitivas. Y los resultados fueron tremendamente claros.
Todos los grupos mejoraron un poquito, pero el claro ganador fue el grupo que aprendió a dibujar.
Parece que el hombre desnudo, Steve, causó una gran impresión.
Pero ¿por qué asistir a una clase de arte puede incidir sobre cosas como la memoria?
Triple beneficio
Uno de nuestros psicólogos clínicos, Daniel Collerton, dice que es parte de los beneficios de desarrollar una nueva habilidad.
"Aprender algo nuevo activa al cerebro de una forma que parece ser fundamental. Hace que el cerebro cambie sin importar la edad", le dijo a BBC.
Y a diferencia de lo que pasaba con el grupo de los crucigramas, el grupo de dibujo no solo aprendió algo nuevo, sino que también tuvo que desarrollar una habilidad psicomotora.
Efectivamente, capturar una imagen en papel no sólo es un reto mental: también hay que aprender a guiar los músculos de las manos para que guíen al lápiz o al pincel en la dirección correcta.
Y un beneficio adicional es que los asistentes a la clase de arte tenían que estar de pie tres horas a la semana, una buena forma de quemar calorías y mantener al corazón en buen estado.
La clase de arte también era la más activa socialmente, otro elemento importante a tomar en cuenta si uno quiere mantener activo al cerebro.
Lo que quiere decir que los miembros de este grupo obtuvieron un triple beneficio en materia de salud cerebral.
Además, una de los voluntarios, Lynn, reportó un beneficio inesperado de haber aprendido a dibujar.
"Parte de mi trabajo consiste en escribir y presentar ofertas, lo que es un proceso largo y dificultoso. Y también soy disléxica, lo que es un problema adicional", le dijo a la BBC.
"Pero luego de la clase de arte empecé a escribir de forma más fluida y a concentrarme más. Fue como si abriera mi mente. No estoy segura de poder explicar por qué, sólo sé que siento una gran diferencia", relató.
Parece por tanto probable que cualquier actividad grupal que involucre actividad física y el aprendizaje de una nueva habilidad sea buena para el cerebro.
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