El sueño de usar productos de desecho para generar energía parece hacerse realidad. La orina es uno de esos productos, y podría aplicarse de manera efectiva e higiénica para el manejo sustentable del medioambiente.

Nos guste o no, la orina es parte esencial de nuestra vida cotidiana, y los investigadores han estudiado durante décadas cómo sacar provecho de ella para generar electricidad.

En 2014, científicos de un laboratorio de robótica de Bristol lograron cargar un teléfono móvil a partir de la orina. Ahora, un estudio reciente hizo avanzar aún más las investigaciones sobre el uso de la orina como fuente de energía, reduciendo el precio de su aplicación y acelerando el proceso. Pero, ¿cómo se desarrolla actualmente la implementación de la orina como recurso energético? ¿Y cómo se puede obtener energía de ella? Aquí se lo contamos.

Reciclaje de un trillón de litros de desecho

La orina, junto otros desechos orgánicos humanos, se ha usado con diversos propósitos a lo largo de la historia. No es sorprendente, considerando que un ser humano produce en promedio entre 800 y 2.000 mililitros de orina por día. Si se los multiplica por la población total del globo, el resultado son 1.4 trillones de litros de orina por día que –la mayoría de las veces- termina en el desagüe.

Esta inmensa cantidad de desecho requiere un manejo adecuado, lo cual es costoso y consume mucha energía. “El tratamiento de los desechos representa una gran parte de la demanda diaria de energía”, dijo Mirella Di Lorenzo, coautora de una investigación reciente. “Queremos utilizar los desechos como fuente de energía en lugar de someterlos a un tratamiento que requiere energía”, dijo Di Lorenzo a Deutsche Welle.

Sacando lo mejor de la basura

Convertir la orina en electricidad implica obtener energía de las bacterias. Al quitar oxígeno del medioambiente, las bacterias descomponen la orina y generan electrones en lugar de dióxido de carbono y agua.

Los dispositivos electroquímicos llamados células de combustible bacterianas convierten la carga del líquido urinario en electricidad de manera extremadamente eficiente. Aunque son efectivas, hasta ahora esas células bacterianas eran demasiado caras, y producían un nivel muy bajo de energía.

Esos son los dos desafíos principales que Di Lorenzo y su equipo tuvieron que enfrentar. Las nuevas células de combustible en miniatura son mucho más pequeñas y poseen cables de titanio y tela en lugar de platino. Además, pueden elevar la producción de energía gracias a una proteína de la clara del huevo.

 “La cantidad de energía producida sigue siendo muy baja”, dijo Di Lorenzo. “Pero no estamos muy lejos de lograr aplicaciones prácticas.” El equipo confía en que pronto nuestros desechos serán una fuente de energía para la vida cotidiana.

Complemento limpio

Di Lorenzo sabe que no es probable que la orina genere tanta energía como el sol o el viento, lo cual hizo ver con ojos críticos el proyecto. Pero como es un producto de desecho que siempre existirá, cree que el equilibrio entre lo que entra y lo que sale es beneficioso. “No se trata de que la orina se transforme en una alternativa para otras energías renovables”, explicó la investigadora, “sino más bien como un complemento”.

La orina se podría usar como recurso energético en pequeños servicios preparados para canalizar los desechos directamente de nuestros hogares hacia un centro de tratamiento y evitando problemas sanitarios. Si la orina puede o no transformarse en energía a gran escala es incierto. Y si la gente aceptaría usar sus propios desechos para producir esa energía también lo es. Pero mientras esos enigmas se resuelven, los investigadores siguen trabajando en su idea. “Muchos están bastante entusiasmados con esa idea”, dijo Di Lorenzo, “claro que mientras no les pidamos que la transporten ellos mismos”.

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