Es de conocimiento popular que la Tierra tarda 365 días para dar la vuelta al sol, sin embargo, este número es sólo una aproximación, ya que son 365,242190402 los días para que realmente logre esto.
La historia de este día se remonta al año 46 a.c., cuando el emperador Julio Cesar va a Egipto y pide al astrónomo Sosígenes que se mejore el calendario. Éste calculó 365 días y agregó uno cada cuatro años para que tuviera mayor precisión.
Sin embargo, este cálculo no fue tan preciso y el año 1582 el papa Gregorio XIII junto con algunos astrónomos, descubrieron que se había acumulado 10 días, por esta razón, del día 4 de octubre se saltó al 15 de octubre del mismo año.
Desde ahí nació, la formula que se opera para no tener estos desfases: Si un año es divisible por 4, entonces será bisiesto; pero no será si es divisible por 100, excepto que sea divisible por 400. Esto último genera un fenómeno particular, cada cuatrocientos años hay tres que no serán bisiestos.
Esto se debe a los 365,242 días para dar la vuelta, ya que por cada año hay un cuarto de día que sobra y por ser tan poco, en cuatro años no se alcanza a completar un día.
Por otro lado, se eligió el mes de febrero por que los emperadores Julio César y César Augusto querían tener sus propios meses con 31 días. De esta forma a los 30 y 31 días de febrero se le quitaron dos, dejándolo en los 28 y 19 que se conocen.