Calurosos vientos provenientes del Desierto del Sahara golpearon a Europa el mes pasado, provocando una ola de calor de cinco días que, además de dejar a sus habitantes sudando, convirtió al mes de junio recién pasado en el más caluroso del continente y del mundo.
"Veremos más fenómenos como este a futuro debido al cambio climático", dijo Jean-Noël Thépaut, del Servicio de Cambio Climático de Copérnico, en una declaración respecto a la potente ola de calor citada por BuzzFeed News.
Durante la ola de calor a finales de junio se registraron temperaturas de 45.9 grados celsius en Francia, lo que obligó a cerrar miles de escuelas y provocó que cientos de personas fueran a refrescarse y nadar en las fuentes cerca de la Torre Eiffel.
Según el servicio climático del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio, la ola de calor fue suficiente para que este mes de junio superara la temperatura de junio de 2016, que ostentaba el récord del mes más caluroso de la historia moderna.
"Sabemos que en junio hace mucho calor en Europa", afirma Hannah Cloke, profesora de hidrología en la Universidad de Reading, "pero este estudio muestra que los récords de temperatura no solo fueron superados, fueron aniquilados".
Las temperaturas superaron las habituales para este época del año en 10 ºC en Alemania, en el norte de España y de Italia, y en Francia, que registró un récord absoluto de 45,9 °C el viernes.
El meteorólogo francés Ruben Hallali notó que las gráficas de la ola de calor se parecían a "El Grito", la famosa y tétrica obra de Edvard Munch. El profesional publicó este parecido en su cuenta de Twitter unos días antes de la ola de calor.
Las olas de calor más intensas son consecuencia directa del cambio climático provocado por el hombre, de hecho los científicos del Servicio Climático de Atribución Meteorológica Mundial indicaron que el cambio climático multiplicó por cinco las probabilidades de que ocurriera lo que vimos el 1 de junio en Francia.
Pasarán semanas antes de que las autoridades determinen el "exceso de mortalidad" debido a la ola de calor, es decir, las muertes imprevistas por golpes de calor y otros efectos, indica el mismo informe.
A pesar de que las temperaturas han bajado en Europa, pareciéndose más a las de un verano normal, los meteorólogos han puesto sus ojos en Alaska, que está comenzando a vivir su propia ola de calor sin precedentes.
La semana pasada la temperatura superó los 32 ºC en Anchorage, la mayor ciudad de esa región estadounidense, una temperatura que marca un récord histórico en un estado donde los efectos del cambio climático son muy evidentes.
La temperatura máxima promedio para un 4 de julio en esta ciudad de casi 300.000 habitantes, ubicada al sur del estado, es de 18,3 ºC.