Marie Kondo es una reconocida gurú del orden de origen japonés, quien ya ha publicado cinco libros pero solamente dos de ellos están disponibles en español. Se trata de "La Magia del Orden" y "La felicidad después del Orden".
Además, hace menos de un mes debutó con una serie en Netflix llamada “Tidying Up with Marie Kondo” (¡A ordenar con Marie Kondo!) convirtiéndose en un fenómeno viral de la limpieza. En esos capítulos ayuda a distintas familias a ordenar y aprovechar de mejor manera los espacios, logrando así una armonía espiritual.
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Conocí sobre Kondo el año pasado cuando escuchaba uno de los capítulos del podcast "Con la ayuda de mis Amikas". Sin embargo, no quise adentrarme en el método, pero cuando vi un par de capítulos en Netflix, todo cambió y decidí asumir el desafío de Marie Kondo.
PERO, mi experiencia —por temas de tiempo— solo relata los resultados con una primera etapa del método: La ropa.
Método KonMari
En su serie de Netflix, Kondo le enseña a las familias cómo deben organizar sus pertenencias para aprovechar mejor el espacio, despejar el caos y dejar aquellas cosas que ya no sirven, ya que al terminar con el desorden también entras en armonía.
En “La Magia del Orden” explica que se debe organizar por categoría y no por ubicación. Adiós a eso de ordenar el baño primero, luego las habitaciones y así… Primero se organiza la ropa. Debes tomar toda (TODA) la ropa de tu casa y formar un montículo en tu cama.
Así que con ayuda de mi esposo Albert y la gata Agnes (somos una familia pequeña) comenzamos a recolectar toda la ropa de nuestra casa (la mayoría era mía, lo que no me hizo sentir muy bien) la dejamos sobre la cama y seguimos el método KonMari.
Debes tomar cada prenda y si te provoca felicidad (como tomar un cachorro o un gatito) pasas a la siguiente etapa. ¿Qué pasa si no te provoca alegría? Es hora de desprenderte y deshacerse de ella.
Si tu prenda pasó la fase de la felicidad, estás listo para doblarla. Debes estirar la prenda y doblar los bordes hacia el centro en un línea imaginaria para que ambas mangas se encuentren. Debes doblar la parte de arriba de la prenda hacia atrás dejando espacio arriba y dividirla en tres partes.
(Sí, al principio es un poco difícil, así que les dejo un video explicativo)
Albert decidió que no se uniría a mi fiebre por Marie Kondo, así que su ropa ocupará los colgadores que yo abandoné (no me opuse porque así era menos ropa que doblar).
Fui sacando prendas una por una. Al comienzo todo bien, pero después de una hora el entusiasmo me abandonó. Eso sumado al siguiente acto: Agnes, cada vez que me veía doblar se lanzaba a la ropa y me empezaba a morder dejándome varias heridas de guerra.
Con todo eso tuve un momento de colapso y ansiedad. Me tiré en la cama y recordé uno a uno todos los parientes de Marie Kondo junto a los míos, porque este vivencial fue idea mía y ya lo estaba odiando.
Decidí tomar una pausa viendo "Avengers Infinity War" con un tazón de café. Me inspiré con la perseverancia de Thanos y volví a lo mío. Doblé calcetines, ropa interior, poleras, blusas, poleras, pantalones y pijamas. Chaquetas, abrigos y pañuelos (y la ropa de Albert) quedaron colgados en el closet.
Reorganicé los cajones de calcetines y otro más donde tenía un montón de maquillaje, quedando con tres cajones disponibles para guardar la ropa doblada con el método KonMari. También puedes guardarla en cajas de plástico. Si no puedes gastar, una caja de zapatos forrada con un papel bonito también es buena opción.
Sin contar la pausa de Avengers, todo el proceso me tomó un poco más de tres horas (incluye mis peleas con el gato) y así quedó:
¿Sirve el método de Marie Kondo?
Decidí no comprar organizadores plásticos hasta darme cuenta de la magnitud de mi colección de ropa. Lo más impresionante fueron los cajones de calcetines, porque a pesar de saber que tengo muchos… eran mucho más de los que pensaba.
Al comienzo de la semana intenté ajustar el método de Kondo a mi manera, pero no resultó y solo perdí tiempo, así que retomé el método al pie de la letra durante el fin de semana.
Ya teniendo consciencia de la cantidad de ropa que tengo, compraré cajas organizadoras transparentes para meter la ropa de invierno y así evitar que entren las arañas. Además, así es más fácil saber dónde está cada cosa.
Hay un momento en el proceso donde solo ves oscuridad, el desorden es aún peor que cuando empezaste a ordenar, pero es normal. A pesar de saber eso, entré en pánico y mi ansiedad estaba a mil por hora... Pero sobreviví porque tenía que sacar ese montón de ropa de mi cama para poder dormir.
Boté tres bolsas con cachureos, medicamentos vencidos hace un mes y ropa vieja. Lo más difícil era la ropa. No quería desprenderme de algunas cosas, pero hace varios años que ya no la usaba y algunas prendas ya tenían hoyos insalvables.
Al final del domingo estaba cansada, tanto física como mentalmente, pero era un cansancio con satisfacción. Uno, por sobrevivir al KonMari y otro porque encontré mi esencia en un departamento que, a pesar de arrendar hace unos dos años, aún no sentía mío del todo.
Sobre el nuevo orden de la ropa, ahora se hace mucho más fácil saber qué tengo disponible (sobre todo con los calcetines), dado que la visión global de un cajón en vez de ropa colgada en mi antiguo ropero (que es MUY oscuro).
Ahora, solo me queda probar con las siguientes categorías: Libros, papel y komono (baño, cocina, garage) ¿Sobreviviré? Ya lo veremos.