El programa de Jon Johansen funcionó. Al adolescente noruego no tuvo más que observar cómo se descargaban 200 megabytes de la película "Matrix" que acababa de ser lanzada en formato casero, desde un DVD a su computadora.

El programa que él y otras dos personas anónimas crearon en 1999 se llamaba DeCSS.

Pero su proyecto estaba a punto de ocasionar un buen lío.

DeCSS permitía a la gente desencriptar el contenido de DVDs comerciales sin el permiso de quien los editaba, así que se convirtió inmediatamente en el blanco de objeciones legales de la industria cinematográfica.

Lo que pasó después probablemente tomó a los abogados de un gran número de estudios cinematográficos por sorpresa.

Johansen fue absuelto, pero la discusión sobre lo sucedido con DeCSS se transformó en un debate sobre la esencia de la computación y las cosas que debían prohibirse.

En el centro de la controversia, un principio que explicamos más abajo en esta nota: el hecho de que los archivos o programas informáticos podían ser representados por un número.

Y de esta manera podían ser protegidos por los derechos de autor.

¿O no? ¿Se podía realmente hacer que ciertos números fueran ilegales? Y de ser así, ¿que significaba eso para el control de la información?

Presión

Poco después de que se pusiera en práctica la restricción de DeCSS, los programadores y activistas de internet empezaron a presionar, recopilando todo tipo de versiones del programa en una galería digital.

Lo imprimieron en galerías e incluso escribieron exactamente lo que hicieron en forma de poema.

Alguien llegó a grabar una versión de una canción de square dance, un tipo de baile folclórico.

Era una especie de protesta colectiva contra la idea de que alguien pudiera vetar la distribución de una fuente de código; de que alguien pudiera prohibir una expresión de ideas.

"Creo que esto atrajo el interés de todos los programadores informáticos porque la cuestión de prohibir la distribución del código fuente era muy nueva en esa época", dice Dave Touretzky, profesor en Carnegie Mellon, responsable de la galería DeCSS.

"No hubo muchos casos como éste así que la simple idea de que se pudiera hacer molestó a mucha gente".

Un número "más allá del alcance de la ley"

Una persona que quería aportar algo diferente fue Phil Carmody, un ingeniero de software residente en Cambridge, Reino Unido.

Tan sólo un año después de que DeCCS fuera publicado en internet, Carmody se aventuró en una misión personal.

Su objetivo era convertir el programa DeCSS en un número especial -un único y largo número entero- pero uno que fuera, de alguna manera, históricamente importante.

El número (por tanto, de alguna forma, el programa) iría, tal y como él afirmó, "más allá del alcance de la ley".

Necesitaba encontrar una presentación de datos que contara con una calidad archivable", escribió.

Así que Carmody codificó DeCSS como un número primo.

Tuvo que analizar algunos software matemáticos, pero, finalmente, dio con un número de 1.905 dígitos que era primo y también especial porque era el décimo primo más largo que pudiera ser probado con un algoritmo concreto.

Para Carmody, eso era más que suficiente; era un archivo histórico menor y podría ser recordado como tal.

"Plagiar DVDs sin intención de comprar los originales es ilegal en casi todos los países, como debe ser", escribió más adelante.

"Sin embargo, no creo que la actual implementación de la ley estadounidense sea razonable".

"Creo que está sesgada hacia el interés de publicadores multinacionales y en contra de los consumidores".

Un problema anterior

Touretzky quedó impresionado e incluyó la iniciativa de Carmody en su página web.

Seth Schoen, un programador que trabaja en la Fundación Fronteras Electrónicas (EFF, por sus siglas en inglés) siguió la historia cuando el programa fue revelado originalmente.

Su propia contribución fue escribir DeCSS como un poema haiku (un poema corto japonés).

Pero quedó especialmente impactado por la conversión de Carmody del programa en un número primo.

"Simplemente estaba ahí. La industria estaba diciendo que uno de esos primos era ilegal, y eso era tal vez más sorprendente a nivel conceptual que algunas de las otras aportaciones", explica.

Pero antes del número especial de Carmody, el problema de los llamados "números ilegales" ya existía.

Como profesor de derecho, Eben Moglen lo señaló: ningún archivo podría ser representado como un número entero.

Esto se debe a que, para las computadoras, todos los archivos y programas son una secuencia de unos y ceros, también llamados binarios.

Estas largas secuencias de unos y ceros pueden ser convertidas directamente en números enteros específicos.

Por ejemplo, un número muy largo puede representar el código fuente para Microsoft Word.

"Eso significa que si tomas ese número de Microsoft y se lo das a alguien puedes ser sancionado", escribió Moglen.

Hasta en tatuajes

Unos años más tarde, emergieron otros ejemplos similares. Esta vez, se trataba de secuencias específicas de letras y números.

A mediados de la década del 2000, una llave de cifrado utilizada en DVDs de alta definición y discos Blu-ray se hizo pública.

Podía ser acortada escribiendo en un código hexadecimal; una manera de utilizar una pequeña lista de números y letras para representar números mucho más largos.

De hecho, era tan corto que algunas personas hasta se lo tatuaron.

La Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, por sus siglas en inglés) y el administrador del Sistema Avanzado de Acceso al Contenido(AACS L.A., en inglés) comenzaron a preguntar quién estaba publicando la clave en internet, con el objetivo de eliminarla.

Y esto provocó otra protesta para reproducir la clave en todas partes como fuera posible.

El mayor esfuerzo para mantener la clave abierta al público fue el de la página digital para compartir noticias Digg, que dijo en un comunicado que "no borrará artículos o comentarios que contengan el código y que hará frente a cualesquiera que fueran las consecuencias".

Finalmente, los esfuerzos para borrar la clave se evaporaron.

Todavía aparece en muchas páginas web -y en algunos cuerpos humanos.

Bandas criminales

Pero los números ilícitos no sólo son aquellos que cifran programas informáticos o contenido con derechos de autor.

Algunas veces, los números pueden ser prohibidos por sus implicaciones.

Por ejemplo, algunas escuelas estadounidenses prohíben a los niños llevar ropa que contenga números asociados con bandas criminales.

El responsable de un distrito escolar de Colorado dijo a los medios recientemente que "Sí, los números 18, 81, 13, 31, 14 y 41 están prohibidos bajo esta política. Son muy significativos para la cultura de las bandas de delincuentes".

Y en China, durante el aniversario de las manifestaciones de la plaza de Tiananmén, se obstruyeron los motores de búsqueda para que la gente no pudiera buscar números con la fecha de esos eventos, el 4 de Junio de 1989 (o 4/6/89).

En todos los casos, hay una paradoja.

Estos números se refieren a algo específico sobre lo cual -con o sin razón- existen prohibiciones.

Pero son también abstractos y no están relacionados con un uso concreto.

Prohibir su uso en ciertos contextos parece absurdo.

Sin embargo, tal y como han explicado jueces y abogados, hay razones legítimas para, en algunos casos, poner restricciones a las actividades que puedan dañar negocios o instituciones.

Debido a que las computadoras (que confían en números por encima de todas las cosas) son tan importantes en nuestras vidas, no parece que este problema vaya a desaparecer.

De hecho, el mismo asunto ha surgido recientemente y se teme que algunos politicos puedan tratar de prohibir la encriptación.

Los políticos en cuestión dicen que el cifrado ayuda a terroristas y otros criminales a evitar ser detenidos por las autoridades.

El cifrado o encriptación significa procesar los datos en un código que debe ser descifrado para poder comprender lo que dice.

Y descifrar un código es precisamente lo que Jon Johansen estaba haciendo cuando descargó 200 megabytes de "Matrix" de un DVD.

Pero las normas sobre cómo cifrar y descifrar están muy arraigadas y las reglas públicas matemáticas son conocidas como criptografía.

Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, es tan sólo uno de los muchos que se unieron al debate sobre el cifrado, diciendo que sería imposible, o al menos ridículo, "prohibir las matemáticas".

Para los abogados y políticos, el hecho de que tantas cosas puedan reducirse a números y procesos matemáticos es, probablemente, un gran dolor de cabeza.

Pero para muchas otras personas hay algo poderoso sobre el hecho de que los números puedan codificar todo tipo de cosas.

Después de todo, las matemáticas pueden describir todas las cosas del mundo en que vivimos. Y, sin duda, a eso sí que no se le puede poner fin.

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