Este fin de semana se disputaba una partida de ajedrez entre los grandes maestros Gaioz Nigalidze de Georgia y el armenio Tigran Petrosian, durante la sexta ronda del Abierto de Dubai.
Cada tanto, Nigalidze se paraba de su silla e iba al baño. Y siempre al mismo, a pesar de que habían otros tres cubículo disponibles.
Petrosian, después de la cuarta o quinta visita al retrete, comenzó a sospechar de la incontinencia de su rival y le pidió al árbitro del juego que le pusiera un ojo al georgiano, que podía estar haciendo trampa con la ayuda de un dispositivo electrónico.
Una rápida investigación en los excusados reveló lo que estaba ocurriendo "a puertas cerradas": Nigalidze había estado buscando ayuda para la partida con la asistencia de un dispositivo electrónico.
La ayuda prohibida
De acuerdo a las normas de la Federación Internacional de Ajedrez, FIDE, en los campeonatos mundiales no se puede tener ningún celular en las zonas de juego.
"Sin embargo, en torneos que no son de la FIDE se les permite tener un teléfono, pero debe estar apagado durante toda la partida", le dijo a BBC Mundo el secretario general de la Federación Española de Ajedrez, Ramon Padulles.
De acuerdo a lo reseñado en la página oficial del torneo, los jueces le hicieron caso al armenio y, como lo facultan las recientes reglas de la FIDE, le exigieron a Nigalidze que mostrara si llevaba algún elemento que le permitiera mejorar su participación.
Pero no le encontraron nada.
Sin embargo, al árbitro de la partida le llamó la atención el uso permanente del mismo cubículo sanitario.
Y cuando lo revisaron a fondo hallaron un iPhone escondido debajo de una pila de papel higiénico.
Al ser confrontado, Nigalidze negó ser el propietario del teléfono.
"Se analizó detalladamente la información contenida en el aparato y se encontró que la red social a la que estaba conectada pertenecía a Nigalidze y que además estaba siendo utilizada una aplicación con jugadas de ajedrez donde se detallaban recientes movimientos de su encuentro con Petrosian", explicó la organización del torneo en su página de Facebook.
Con la aplicación Nigalidze podía analizar las jugadas de su rival y la manera más adecuada de responder.
"El juez tenía el derecho de hacer el control. El baño es una zona de juego, como el salón de fumadores y la de los jueces, y si enciende el celular allí el competidor puede ser sancionado", explicó Padulles.
El georgiano, que es el actual campeón de su país, fue expulsado del torneo y podría ser suspendido por 15 años por hacer trampa en un torneo.
Antitrampas
Pero esta no es la primera vez que se registra una falta de este tipo en un torneo internacional.
La tarjeta del encuentro entre Nigaldize y Petrosian y la aplicación en el celular del georgiano.
En 2013, el búlgaro Borislav Ivanov fue suspendido por cuatro meses después de encontrarse que muchos de sus movimientos eran similares a los de un software de análisis de jugadas de ajedrez.
En 2010, la Federación Francesa había sancionado a tres de sus jugadores después de demostrarse que a través de mensaje de texto estaban recibiendo información remota de un computador con posibles jugadas para responder a sus oponentes.
"Por eso es que la FIDE recientemente sacó una serie de medidas antitrampa, que incluyen ayuda tecnológica para que los árbitros puedan detectar rápidamente si un jugador está utilizando información en su teléfono para disputar su partida", señaló Padulles.
Lo cierto es que la falla de Nigalidze es la primera ejecutada por un gran maestro, que constituye el máximo nivel en el ajedrez.
Por esa razón el ajedrecista británico y también gran maestro Nigel Short pidió que se le "retirara de inmediato el título de gran maestro a Nigalidze", a través de su cuenta de Twitter.
"Es tiempo que la FIDE implemente una norma que incluya una suspensión de dos años a las personas que hagan trampa con la ayuda de un computadora", añadió.
Para Palludes está claro debe ser implementarse un castigo: "El día que sea permitido, el ajedrez deja de ser un deporte", dijo.
Hasta ahora no se conoce una declaración del jugador georgiano sobre el hecho.