Se dice que las películas nacen realmente en la sala de edición: son los montajistas quienes deben tomar el material en bruto y armar una historia narrativa y visual. Los buenos montajistas saben sacarle el lustre a los directores, y algunos de ellos llevan años trabajando con la misma edición, la que sabe potenciar su visión. Es el caso de Martin Scorsese, quien lleva cerca de 40 años trabajando con Thelma Schoonmaker en el montaje de una veintena de sus películas, y es la ganadora del Oscar en esa categoría por Toro Salvaje, El Aviador y Los infiltrados.
Schoonmaker nació en Argeria por el trabajo de sus padres y vivió en varios países antes de instalarse en Estados Unidos como adolescente. Llena de opinión e intereses; estudió primero ciencias políticas en la universidad de Cornell, pensando luego en postular a algún cargo diplomático. Pero eventualmente se fue desviando, y mientras estudiaba en Columbia respondió a un aviso en el diario en el que se ofrecía trabajo de montajista de cine; básicamente, su labor era cortar películas de Truffaut o Fellini para que tuviera la duración estándar de Estados Unidos. Tomó luego un breve curso de cine donde por casualidad una profesora le presentó a un joven Martin Scorsese, y eso sería el inicio de una larga amistad, pasión compartida por el celuloide y el cine clásico, y el trabajo codo a codo.
El primer filme que Schoonmaker editó de Scorsese fue Who’s calling at my door, de 1967, su primer largo. Luego vendría una pausa laboral entre ambos por algunos problemas burocráticos que tuvo Thelma para participar del sindicato de montajistas, que fueron solucionados para Toro Salvaje; labor por la que recibió un Oscar. Desde entonces que trabajan juntos y Schoonmaker ha ganado otros dos trofeos y ha estado nominada un total de siete veces; el récord para alguien de su gremio. Buenos muchachos, La edad de la inocencia, Casino, El lobo de Wall Street y la reciente Silencio, son algunos de sus créditos.
Schoonmaker también es viuda del director Michael Powell, cuya obra más famosa es Las zapatillas rojas, y ha dedicado gran parte de sus últimas décadas a preservar su legado y filmografía. Powell era uno de los referentes de Scorsese, y la amistad se transformó en familia.
“Es difícil para la gente entender la edición”, ha explicado ella sobre su paciente y artística labor. “Es como la escultura. Te dan un pedazo de arcilla, y tienes que darle forma- a este material largo, crudo y muy largo”.