Sunitha Krishnan es una de las fundadoras de Prajwala, uno de los mayores centros de rehabilitación y acogida de víctimas de tráfico sexual en la India. Desde niña tuvo vocación social, ayudando a personas con discapacidad para luego transformarse a los 12 años en educadora de niños de barrios marginales. A los 19 años se convirtió en una líder estudiantil que inició la asociación ‘Sadbhavana y así comenzó un trabajo comunitario con una comunidad Dalit, o sea la casta intocable según las creencias hindúes. Fue aquí que sufrió el hecho brutal que cambió su vida para siempre, fue golpeada y violada por 8 hombres que no estaban de acuerdo con que una mujer estuviera enseñando a los considerados unos parias. Muchos de sus cercanos y familiares la culparon por provocar el ataque, por ser demasiado osada en su trabajo.

Luego de graduarse de Ciencias Ambientales, Sunitha realizó su Phd en trabajo social a principios de los noventa, donde se enfocó en las trabajadoras sexuales quienes se demoraron años en confiar en ella un mundo lleno de dolor y miedo. India es uno de los países con mayor tráfico de personas del mundo. Las mujeres menores de 18 años que son traficadas habían crecido en un 65% para el 2014 y se estima que 40000 niños indios son abducidos cada año.

En 1996 cuando un distrito de comercio y tráfico sexual fue desalojado, cientos de mujeres con sus hijos se quedaron sin casa ni trabajo. Fue ahí que Sunitha armó la primera casa de acogida que tendría Prajwala, donde acogió a 5 niños de mujeres traficadas, quienes sobrevivían del comercio sexual y que no tenían cómo pensar un mejor futuro para sus hijos.

Tanto en su acción de rescate, rehabilitación y servicio legal a víctimas de tráfico sexual, Prajwala ha ayudado más de 12000 personas. Hoy acoge a 1000 niños en Hyderabad y tiene 17 colegios de transición, que ayudan a las víctimas de tráfico sexual a insertarse en la sociedad; y tres refugios que acogen niños y mujeres víctimas de explotación sexual. Por su labor de activista, Sunitha víctima de 14 agresiones en su contra, donde incluso esquivó un ataque de ácido. Hoy sigue trabajando como voluntaria en Prajwala y viaja por el mundo creando consciencia sobre el tráfico sexual.

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