Es, quizás, la activista más importante del mundo por los derechos a la educación para las mujeres, la más fiera luchadora contra el régimen talibán, y la más joven Premio Nobel de la Paz; todo esto, antes de cumplir 20 años.
Malala Yousafzai nació en el distrito de Swat, en el noroeste de Pakistán. Su padre, Ziauddin, dirigía un colegio en la región, y fomentaba que su hija se educara. Esto se vio complicado cuando los Talibanes tomaron el mando, a veces evitando que niñas como Malala fueran al colegio. Ella, a los 12 años, comenzó a describir en un blog que significaba ser una mujer en un lugar donde los talibanes iban avanzando en control, y en restricciones para el género, además de su interés por estudiar. El blog era publicado por la BBC bajo un seudónimo. A fines de 2009 el New York Times hizo un documental sobre su joven activismo y el nombre de Malala se liberó; desde entonces, junto a su padre, se convirtieron en blancos para el régimen talibán, que pidió sus cabezas.
Pero el fenómeno era imparable; Malala Yousafazi era conocida en todo el mundo, y recibía honores internacionales, como la nominación al Premio de la Paz de los niños, entregado por Desmond Tutu.
Fue en 2012 cuando un hombre subió al bus que trasladaba a la joven paquistaní al colegio, y preguntó cúal de todas era Malala. Le disparó en la cabeza; la bala entró por el lado y pasó al cuello. Malala estaba grave; fue trasladada a un hospital militar en Gran Bretaña, donde estuvo en coma inducido y donde una vez despierta, debió rehabilitar parte de su rostro paralizado. Recién cuatro meses después fue dada de alta, sin daño cerebral; desde entonces ha convertido su vida en una lucha porque las niñas como ella pueda educarse en el mundo.
Así, al año siguiente creó el Malala Fund, que reúne fondos para promover la educación y empoderamiento de las jóvenes; desde 2015 tiene su propio colegio para niñas en la frontera Siria, para que las que viven en campamentos o sufren del conflicto no se queden sin educación. Y, en 2014 fue ganadora del Premio Nobel de la Paz; a los 17 años, es la persona más joven de la historia en recibirlo.
En su discurso dijo: “Cuento mi historia no porque es única, sino porque no lo es. Es la historia de muchas niñas”, recordando que en el mundo, ya sea por conflictos, por pobreza, o por motivos religiosos, hay 66 millones de mujeres que no reciben educación. “A veces la gente me pregunta por qué es importante que las niñas vayan al colegio. Pero creo que la pregunta más importante es por qué no pueden tener este derecho de educarse”.