Luisa Recabarren, una dama de alta sociedad nacida en La Serena, no sólo abrió su casa para recibir la discusión independentista, sino que terminó siendo apresada por su ayuda a la causa chilena.
Luisa tenía una buena educación; se decía que dominaba el francés a la perfección y tenía gran inquietud intelectual. Se casó con el abogado Gaspar Marín; tendrían seis hijos, incluida la famosa poeta Mercedes Marín. Gaspar sería secretario en la primera junta nacional de gobierno de 1810, y la pareja lucharía junta por la independencia de Chile. El salón de Luisa Recabarren se hizo famoso por ser un epicentro de discusión y de tertulias patriotas, donde se dice que a esta mujer ilustrada también los destacados hombres de la época le escuchaban los consejos. Recabarren fue así la gran anfitriona de los cerebros de la revolución.
Cuando la causa independentista tuvo retrocesos frente a los españoles, Recabarren siguió defendiendo la revolución, abogando porque un pueblo que prueba la libertad no puede retroceder. Su marido tuvo que emigrar a Argentina, y Luisa, sin importar el colapso económico que le significó quedarse sola en Chile, siguió trabajando por los patriotas.
Luisa Recabarren le enviaba cartas a su marido a Mendoza, compartiendo información importante de los sucesos que ocurrían en Chile para los patriotas al otro lado de la cordillera; Gaspar le devolvía también cartas, que Luisa leía a los independentistas que seguían en Chile, reuniéndolos secretamente. Eventualmente una misiva fue interceptada, y Luisa Recabarren fue apresada por el gobernador Casimiro Marcó del Pont en el Monasterio de las Agustinas. La prisión duró menos de un mes, ya que Luisa fue liberada tras el triunfo patriota en la batalla de Chacabuco.