Por primera vez desde su creación en el año 2002 que el Premio Abel –conocido como “el Nobel de las Matemáticas”- fue entregado a una mujer: Karen Uhlenbeck, quien es una de las mentes más importantes del siglo XX en esa ciencia. Y una que ha abierto caminos, preocupada porque las mujeres en las matemáticas deben enfrentar uno más duro que el de los hombres.
Nació como Karen Keskulla en Cleveland; su madre era artista y su padre ingeniero. Mientras crecía, sabía que quería buscar una profesión donde pudiera pasar tiempo en solitario; aunque entró primero a Física en la Universidad de Michigan, pronto se pasó a Matemáticas, donde encontró su verdadero camino. Conoció también a quien sería su marido, Olke Uhlenbeck. Karen obtuvo un master y doctorado, pero cuando buscó trabajo tuvo problemas: las universidades que contrataban a su marido no podían hacerlo con ella por su relación personal, pero además, tampoco querían a una mujer enseñando matemáticas. Finalmente la pareja se empleó en la universidad de Urbana-Champaign, pero tras cinco años Karen se aburrió del trato de “señora de” y partió en 1976 a hacer clases a la Universidad de Illinois en Chicago. Ahí, ya separada, no sólo encontró a más mujeres trabajando en la academia, sino que también encontró investigaciones que la apasionaban. Desde entonces que su carrera sólo ha sabido de aplausos, hoy es profesora emérita de la Universidad de Texas en Austin.
Los estudios de Karen Uhlenbeck ha sido fundamentales para la geometría, y la intersección entre matemáticas y física. El premio Abel le fue otorgado “por sus logros pioneros en ecuaciones diferenciales parciales geométricas, teoría de los indicadores y sistemas integrables, y por el impacto fundamental de su trabajo en el análisis, la geometría y la física matemática”.
Ella misma ha contado lo difícil que fue ser mujer en el mundo matemático. Y espera poder abrir puertas para las que vienen después de ella. En su libro de 1997 escribió: “Todo el mundo sabe que si una persona es inteligente, divertida, guapa o bien vestida tendrá éxito. Pero también es posible triunfar con todas tus imperfecciones. Yo necesité mucho tiempo para darme cuenta de esto”.