Era famosa por lo estructurada, seria y trabajadora; siempre vistiendo impecable, y una con una trenza atada como moño en la cabeza. María Codoceo parecía ser una rígida mujer, pero en realidad, fue todo lo contrario en cuanto a su pasión e inteligencia: es la primera mujer que se dedicó a la herpetología en Chile, o el estudio de reptiles y anfibios, y viajó por todo el país, clasificando e investigando nuestra fauna reptiliana, haciendo un aporte enorme a la ciencia. Todo, pagado de su bolsillo y empujada por su interés.
María Codoceo nació en Iquique, al norte de Chile, y se crió con una educación de elite, institutrices y aprendió a hablar inglés. Se trasladó a la capital cuando entró a la Universidad de Chile, para estudiar Ciencias Biológicas y Químicas. A su excelente inglés sumó el alemán, y luego pudo así traducir y estudiar los textos de herpetología, en su mayoría alemanes. Su tesis la dedicó al estudio de las lagartijas.
Se dedicó por años a hacer clases, mientras en sus vacaciones y tiempo libre se dedicaba al estudio de los lagartos, reptiles, ranas y más. Viajó por todo Chile, levantando piedras y revolviendo matorrales, para describir cómo se reproducían ciertos sapos, o descubrir nuevas especies en el altiplano. Se hizo parte del Museo de Historia Natural, donde entre 1951 y 1956 fue la jefa de la sección de Reptiles, claro que en su tiempo libre y sin recibir pago alguno. Sus vacaciones eran dedicadas a los viajes y descubrimientos, los cuales comenzó a publicar: en 1950 publicó Repitles de Tarapacá, en 1954, Reptiles de la región de los lagos valdivianos, y en 1957, Anfibios de Aysén y Magallanes.
Distante y de pocos amigos, María Codoceo sufrió en su vida personal; su único hijo, Oscar Ripoll Codoceo, fue asesinado en 1974, víctima de la represión en dictadura (el caso está presente en el Informe Retting y Odlanier Mena fue procesado por el crimen).
Una vez jubilada, María Codoceo decidió entregarse a la ciencia y la investigación, y teniendo más de sesenta años, postuló a un cargo oficialmente en el Museo de Historia Natural; finalmente fue contratada ahí, donde había ya hecho décadas de aportes, como investigadora. Y de los reptiles, se pasó al estudio de los moluscos o Malacología. Trabajó ahí hasta 1987.
Hoy, la especie de lagartija esbelta Liolaemus pictus codoceae , fue bautizada en su honor.