La celebración de Día de Reyes en México está poniendo en peligro de extinción a una especie de cactus típico del país. Aunque en medio hay toda una cadena de responsabilidades.

En enero, es tradición recibir a los Reyes Magos y comer en masa la popular "Rosca de Reyes". Al partirla se reconocerá quién comprará los tamales en febrero.

Pues bien, además del ate y los higos caramelizados, este bollo es preparado con acitrón para darle dulzor. Y el acitrón se extrae de la biznaga, el mencionado cactus típico y globoso que, durante estas fechas, se ha visto amenazado.

La población de esta especie crece en el desierto mexicano. Se ubican en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Teotitlán, por lo que se distribuye entre el estado de Puebla y el de Oaxaca. También crece en el desierto de Chihuahua, en Hidalgo y en San Luis Potosí.

El problema está en que, como varias de las especies de cactus en el país, la biznaga demora varias temporadas en alcanzar la madurez. Logra el metro de altura en un período de tiempo que va entre los 15 y los 40 años.

Así, restablecer su población se hace complejo, a diferencia de la producción de los roscones que enero tras enero llega a los hogares mexicanos.

Pero el problema va más allá de que, en un futuro oscuro, no exista más el acitrón.

La biznaga cumple una labor fundamental en su ecosistema. Según National Geographic, "retienen y filtran el agua que cae durante los periodos de precipitación, y con el néctar de sus flores, mantienen estable a la población de abejas y otros insectos polinizadores. De la misma manera, detienen el proceso de erosión de los suelos".

La amenaza de la especie compromete la existencia y desarrollo de otros ejemplares.

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