Con Metallica las expectativas eran altas en Lollapalooza Chile 2017. Desde que comenzaron su romance en vivo con Chile —con un recordado concierto en el Velódromo del Estadio Nacional en 1993—, que el cuarteto no llegaba a nuestro país con un álbum tan rutilante bajo el brazo como "Hardwired…To self-destruct" (2016). El mejor trabajo de la banda desde "Black album" (1991) era el ingrediente que le faltaba a los californianos para dejar una huella aún más grande en nuestras tierras. Y sus músicos respondieron con el peso que lleva su música.
A eso de las 21:40 horas, con imágenes bélicas y la música de "The ecstasy of God" de Ennio Morricone pasando por las tres pantallas ubicadas en el VTR Stage, comenzó a sonar la versión de estudio de "Hardwired", el primer single de su última placa. Una tromba que explotó con la entrada al escenario de James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo para continuar con esa salvajada en directo.
Le siguió "Atlas, rise!" como una muestra de lo auspicioso que ha sido para la agrupación su última placa. "¿Les gustó 'Hardwired…To self-destruct'?", preguntaba el líder de Metallica, sacando varias respuestas positivas de entre los fanáticos.
Aunque al margen de los réditos de su más reciente trabajo discográfico, su show en Lollapalooza Chile sirvió para marcar a fuego los clásicos de la banda. Esa introducción gigante de "One" —que ya es historia dentro de la música contemporánea— fue el momento ideal para realizar improvisados air guitar por parte de un público que celebró las inclusiones de "Fuel" y "For whom the bell tolls" y que convirtió a "Master of puppets" en la canción, probablemente, más coreada de la jornada.
Porque Metallica no necesitó de artificios para brindar un show excepcional. Ni llamaradas reales ni Lady Gaga ni la caricatura del heavy metal.
Solo unos cuantos láseres y ese relato de guerra, muerte y destrucción que, de cuando en cuando, se proyectó a través de las pantallas con imágenes de militares convertidos en esqueletos y del cementerio lleno de cruces que es parte del arte de su mencionado trabajo lanzado en 1986.
Además, los hombres de "Moth into flame" se reencontraron con su estatus de banda transversal. Familias completas presenciaron el espectáculo: niños pequeños con poleras de la banda, mamás con sus primeras arrugas y varios conciertos en el cuerpo, y papás con la barriga abultada o varias canas en la cabeza.
Todos disfrutando de los solos de Trujillo y Hammett, y de un final emotivo con "Nothing else matters" y "Enter sandman", para deleite de las 80 mil personas que llegaron hasta el Parque O’Higgins en la primera jornada de Lollapalooza Chile 2017.