Cruzar el desierto del Sahara puede convertirse en una verdadera aventura maratoniana.
Y en este caso los atletas no corren a zancadas, sino que baten sus alas incansablemente en largos vuelos que duran entre 40 y 60 horas.
Son pájaros cantores que, cada otoño y primavera, abandonan sus habituales vuelos nocturnos para comenzar su travesía, sobrevolando el norte de África a través del desierto del Sahara, el más cálido del mundo.
El ornitólogo británico Reginald Moreau ya lo predijo en la década de 1970, pero los científicos no pudieron demostrarlo hasta ahora.
Un estudio que acaba de ser publicado en la revista científica Biology Letters mostró el vuelo sin descanso del papamoscas cerrojillo, un ave cuyo diminuto cuerpo tan sólo mide entre 12 y 13 centímetros.
Se trata de un descubrimiento que, según los autores de la investigación, refleja unas "habilidades fisiológicas" hasta ahora desconocidas de estas aves y "plantea la cuestión sobre si es esta la estrategia migratoria general" de todos los pájaros que atraviesan el Gran Desierto.
Vuelos sin paradas
Las evidencias que los científicos tenían hasta ahora no dejaban claro si los pequeños pájaros descansaban durante el día o si, tal y descubrieron ahora, volaban de manera ininterrumpida.
"Había algo de controversia en torno a lo que sucedía", le dijo a la BBC Janne Ouwehand, estudiante de doctorado en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Groningen, en Holanda, y coautora del estudio.
Muchas de estas pequeñas aves cantoras se reproducen en Europa durante el verano boreal y pasan el invierno en África Central.
Por eso, dos veces al año, deben cruzar el vasto e inhóspito desierto del Sahara.
Las últimas investigaciones sugerían que los pájaros tomaban algún descanso, pues los radares habían captado a muchas más aves cruzando la región durante la noche que durante el día.
Pero los datos de radar no pueden realizar un seguimiento de cada uno de ellos o identificar diferentes especies.
Entre Europa y África
Ouwehand y sus colegas utilizaron otro tipo de tecnología, colocando unos diminutos dispositivos en 80 de los papamoscas a fines del verano de 2013.
Los pájaros, más pequeños que un gorrión, apenas pesan 12 gramos (menos de tres cucharaditas de azúcar).
En verano anidan en Europa y pasan el invierno en Guinea y en Costa de Marfil.
Los dispositivos de medición pesan medio gramo y son como "pequeñas mochilas" para los pájaros, dice Ouwehan, de manera que no impactan en su rendimiento.
Gracias a esa tecnología, es posible medir el nivel de luz y la temperatura cada 5 o 10 minutos durante meses.
Y estos ciclos de luz proporcionan información muy valiosa.
Un año de espera
"Puedes hacer una curva de luz y obtener una indicación aproximada de su ubicación", explica Ouwehand.
"También permiten conocer la latitud y la longitud (del vuelo)", agrega.
En el verano siguiente, los científicos pudieron recuperar 27 de los aparatos y comenzaron a analizar los datos.
"Siempre es muy emocionante cuando regresan. Hay que esperar todo el año porque no es posible recabar datos durante el proceso", dice Ouwehand.
De las 27 "mochilas", 15 contenían datos de periodos migratorios de la primavera y del otoño, pero el comportamiento característico del papamoscas hacía dificil estudiar las curvas de luz obtenidas.
"Hay muchos picos en los datos. Periodos muy brillantes y otros muy oscuros, pues permanecen largo tiempo en la sombra", explica Ouwehand.
Pero en dos ocasiones, coincidiendo con las migraciones, algo cambió en los registros.
Durante dos días enteros, esos picos de luz y sombra habían desaparecido.
"Descubrimos ese patrón muy claro dos veces al año y pensamos ¿qué están haciendo estos pájaros?"
Además, los registros de la temperatura indicaban que hacía más frío.
Y eso sólo podía significar una cosa, dice Ouwehand: un vuelo de largo recorrido a gran altitud atravesando el Sahara ininterrumpidamente.
Estas pequeñas aves, que suelen hacer sus migraciones en la oscuridad, estaban cruzando el desierto a plena luz del día.
Además, los científicos descubrieron que las pequeñas aves "utilizan una estrategia diferente en otoño que en primavera", tomando una ruta alternativa en el vuelo de vuelta a Europa, sobrevolando el océano durante la mayor parte de la travesía.
Ouwehand espera ahora el regreso de los pájaros que todavía no volvieron para poder analizar los datos.
"Tengo mucha curiosidad por saber qué hacen otras especies. Y es ahora cuando realmente comenzamos a comprender".