El Botox se ha hecho tan famoso que incluso el nombre con el se comercializa acabó en el diccionario de la Real Academia Española como "bótox": "toxina bacteriana que se utiliza en cirugía estética".

Pero a pesar de lo que señala el diccionario académico, más allá de servir para eliminar las arrugas, el bótox ha sido para muchas personas en todo el mundo un alivio a sus dolencias.

En 2008, en Inglaterra, un niño con parálisis cerebral consiguió caminar sin ningún tipo de ayuda gracias a una serie de inyecciones de bótox en sus piernas.

La toxina botulínica tipo A se comercializa como Botox y Botox Cosmetic y su principal propiedad es que paraliza ciertos músculos.

Así es que más allá del ámbito de la estética, la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (la FDA, por sus siglas en inglés), organización encargada de evaluar la seguridad de los productos de consumo en Estados Unidos, lo ha aprobado en el tratamiento de diferentes cuadros médicos.

Por ejemplo, para el blefaroespasmo, que es una contracción repetitiva y rítmica de los párpados, y el estrabismo, que es una desviación de los ojos (uno o los dos ojos se voltean para adentro o hacia afuera).

También se usa para combatir otros padecimientos.

La migraña crónica:

De acuerdo con Michael Mosley, médico y periodista de la BBC, la migraña está entre las 20 enfermedades más debilitantes del mundo y afecta al 10% de la población, incluyendo a niños.

"El Botox evita que los nervios lleven las señales que el celebro envía para contraer los músculos, lo que resulta en esos rostros lisos y sin expresión. Pero parece que también impide que esos nervios le lleven señales al cerebro, y eso ayuda a los que sufren de migrañas", escribió en 2014.

En 2010, el fármaco fue aprobado en países de Europa y Estados Unidos como medicamento para la prevención de migraña crónica.

En abril, la Academia Estadounidense de Neurología (AAN, por sus siglas en inglés) dijo que apoyaba el uso de bótox para tratar las migrañas crónicas.

Seis años antes, la FDA había dado la luz verde.

En 2011, la periodista de la BBC Gabriela Torres estaba desesperada.

Siempre había sufrido de migrañas, pero al saber que estaba embarazada se negaba a tomar medicamentos para combatir sus fuertes de dolores de cabeza.

Tras acudir a una cita en el Hospital Westminster y Chelsea, en Londres, una doctora le sugirió un tratamiento, que para la época, era innovador: inyecciones de Botox.

Torres no lo pensó mucho y al cerciorarse de que no tendría implicaciones para la salud de su bebé, aceptó.

"Me inyectaron en dos puntos de la nuca. Me dijeron que me las tenían que poner cuando tuviese una migraña. Me advirtieron que después de su aplicación, iba a marearme un poco. Y pasó, pero después me sentí bien y la migraña desapreció por completo. No volví a tener una en meses", señala y añade que no se ha vuelto a hacer el tratamiento.

La vejiga hiperactiva y la incontinencia de urgencia:

De acuerdo con Harvard Health Publications, revista de la escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, el bótox reduce los episodios de incontinencia en personas para quienes los fármacos orales no surten efecto.

La sudoración intensa en las axilas:

La publicación de la Universidad de Harvard explica que "cuando incluso los antitranspirantes más fuertes no trabajan, el bótox puede aliviar la sudoración intensa al bloquear las señales nerviosas que estimulan las glándulas sudoríparas".

La distonía cervical:

De acuerdo con la Revista Mexicana de Neurociencia, la distonía cervical "describe la hiperactividad distónica de los músculos del cuello que originan posiciones anormales de la cabeza".

El bótox relaja el cuello y permite que la cabeza adopte una posición normal y cómoda para el paciente.

Advertencia:

El bótox se produce con las mismas toxinas que causan el botulismo, una rara enfermedad paralizante que, si no se trata a tiempo, puede resultar en insuficiencia respiratoria y muerte.

Los expertos advierten que cualquier persona que quiera hacerse un tratamiento médico con bótox debe acudir a un médico que pueda hacerle los exámenes pertinentes y determinar la idoneidad del tratamiento.

Así mismo, exhortan al público a no comprar versiones que se consiguen en el mercado o en internet porque pueden resultar falsas y mucho menos dejarse inyectar por personas que no cuentan con la preparación debida.

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