Si pensamos en el tipo de accidente que haría que los intestinos de una persona estallaran fuera de su cuerpo, podríamos imaginar algún tipo de horrible apuñalamiento o un espantoso accidente de coche. Probablemente nunca imaginaría que algo tan común e inofensivo como un estornudo pudiera causar este tipo de lesión espantosa, pero eso es exactamente lo que le ocurrió a un hombre de Florida a principios de junio.

El paciente se había sometido recientemente a una operación abdominal y sufría de dehiscencia de la herida. Es decir, su incisión quirúrgica no estaba cicatrizando correctamente. Mientras desayunaba, estornudó y empezó a toser. Notó dolor y una sensación de humedad en el bajo vientre, e inmediatamente descubrió que varias asas intestinales habían reventado a través de la herida sin cicatrizar.

El hombre fue trasladado de urgencia al hospital, donde le volvieron a colocar los intestinos dentro del abdomen.

Cerrar los ojos y contraer el pecho

Normalmente, los estornudos son un mecanismo de protección que impide que el polvo, las bacterias y los virus entren en nuestro aparato respiratorio. El proceso está controlado por el llamado “centro del estornudo”, ubicado en el bulbo raquídeo, entre el cerebro y la médula espinal, que dirige las funciones autónomas, incluida la respiración. Se activa por la presencia de irritantes en el revestimiento de la nariz y las vías respiratorias.

La respuesta consiste en cerrar los ojos, la garganta y la boca mientras se contraen los músculos del pecho, comprimiendo los pulmones y expulsando el aire del sistema respiratorio. De este modo, lo que sea que haya desencadenado la respuesta “sale” del organismo a una velocidad impresionante: hasta 15,9 metros por segundo (56 km/h) en algunos casos.

Pero a pesar de las ventajas de un buen estornudo, a veces puede conllevar un riesgo de lesión mayor de lo que muchos creen.

Por ejemplo, un estornudo violento puede provocar una hernia pulmonar a través de los músculos intercostales entre las costillas, normalmente en un punto débil. Esto suele ser consecuencia de obesidad mórbida, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diabetes o tabaquismo.

También hay casos de estornudos que causan el desgarro de los delicados tejidos de los pulmones. Esto ocurre cuando el aire a mayor presión de las profundidades de los pulmones se escapa al espacio entre el tórax y el pulmón, haciendo que este aire comprima el pulmón en uno o ambos lados del tórax.

Los pulmones no son lo único que puede desgarrarse. Hay casos de personas que se desgarran el delicado revestimiento del cerebro al estornudar, lo que provoca una hemorragia subaracnoidea (un tipo de ictus) que puede ser mortal si no se diagnostica y trata a tiempo.

Aunque no se desgarre este delicado revestimiento, un estornudo puede afectar al cerebro, y hay informes de personas que sufren debilidad en un lado del cuerpo o alteraciones visuales tras un estornudo.

Los estornudos elevan la presión sanguínea, lo que puede provocar otras lesiones graves en los vasos sanguíneos. Hay casos de disección aórtica por estornudo, en los que la fuerza de éste desgarra las capas de la aorta (la arteria principal que lleva la sangre oxigenada por todo el cuerpo). Si no se trata, tiene una tasa de mortalidad del 50 % a las 48 horas de producirse.

Aunque es bastante habitual lesionarse la espalda al estornudar, no es la única lesión musculoesquelética que puede desencadenarse a partir de un estornudo: existen informes de casos de personas que se han fracturado los huesos que rodean el ojo. Este tipo de fractura, denominada fractura por estornudo, suele estar causada por un traumatismo por objeto contundente, a menudo por un golpe de golf, tenis o pelota de béisbol en el ojo.

 

Los huesecillos del oído también pueden fracturarse tras un estornudo, lo que puede causar pérdida de audición. Incluso se sabe que los implantes dentales se desplazan hacia otras partes de la cara a causa de un estornudo fuerte.

 

El aumento de presión causado por los estornudos puede provocar la salida de líquido del cuerpo, en particular orina de la vejiga. Esto suele ocurrir en personas con músculos del suelo pélvico débiles, normalmente a causa de embarazo, parto, obesidad, menopausia y traumatismos o lesiones nerviosas.

No te aguantes

Dadas todas las posibles lesiones que puede causar un estornudo, quizá pienses que es mejor aguantarse.

Pero ni siquiera eso es seguro. En 2023, un escocés se aguantó un estornudo cerrando la boca y tapándose la nariz. El resultado fue que se desgarró la tráquea. Al cerrar sus vías respiratorias, permitió que la presión generada por el estornudo se acumulara en el sistema respiratorio, que a veces puede ser hasta 20 veces la presión observada normalmente en el sistema respiratorio. Pero esta energía tiene que ir a alguna parte, así que normalmente es absorbida por los tejidos.

Otros se han fracturado los huesos de la cara aguantando los estornudos, dañado la laringe (caja de la voz) y desgarrado los tejidos que protegen los pulmones.

Afortunadamente, hay una lesión que es imposible que cause un estornudo. ¿Alguna vez le han dicho que si estornuda con los ojos abiertos, se le saldrán? Pues es sólo un cuento chino: los ojos se mantienen en su sitio gracias a los músculos y a un nervio que los sujetan. Sin olvidar que las vías respiratorias no tienen ninguna conexión con los globos oculares ni con las cuencas de los ojos.

Nuestro cuerpo está bien adaptado para estornudar, así que probablemente no tenga que preocuparse por sufrir ninguna lesión. Muchos de los daños descritos sólo se producen en circunstancias muy raras. Aunque si es alguien como Donna Griffiths (que tiene el ataque de estornudos más largo registrado, durante 976 días) o Yi Yang (que tiene el estornudo más fuerte registrado, con 176 decibelios, el equivalente a un cohete alzando el vuelo), el riesgo de que estornudar le traiga problemas es mayor.

Adam Taylor no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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